Una vez dijiste
que era la mejor manera
de escupirle al mundo
una consigna de remera,
eso de coquetearle al peligro
fue siempre muy mío
muy de boquita pintada
eso de afanarle al hastío
un par de huellas
de felicidades olvidadas.
La mejor manera de ocultar algo
es volverlo tan visible,
y parecía que en cada frase soslayabas
el temor a lo indescriptible.
Eso de mirarse a los ojos
y entender cada secreto
encerrado entre las pestañas
como los ángeles del metro.
Hoy se me escapa la risa,
porque me convertí en tu enigma.
Llévame,
elévame,
quiero ser tu secreto de ultratumba.
N.
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