Cierro los ojos y aun te veo, bonito. Va más allá del color de la luz.
Era de día, a las nueve de la noche.Saquito verde, remera azul. Esa locura de complementarios sin pensarlo en realidad. Las abstracciones de la mente nos comulgan en una soledad compartida: y de pronto ¡Mirá! no estamos solos. Mirá el viento, que se mata de risa, atemperándose contra los parachoques que no lo dejan pasar. Pintame con acuarela un minuto más para respirar tu brisa de ciel, mon amour.
- Torimé, canto gregoriano, da miedo si lo escuchás, sobretodo de noche...
- ¡Sí! durante tres años seguidos mi hermano ponía esa canción a medianoche
- ¿Tres años bancándote torimé?
- Sí, bueno, quedé así...
- ... Sacreblú ! Sacreblú !
Me río. Porque si yo cosifico vos desarmás las cosas y les das otro cuerpo después. Giorgio di Chirico un poroto. Transmutación, Heráclito. De repente entiendo que somos un alma sola repartida entre dos cuerpos, dos torrentes sanguíneos (tal vez por eso no podemos separarnos por demasiado, tal vez sea que mi alma busca repatriar en tu cuerpo y al revés.) Desarma y sangra. Obra de Arte. Mio. tuya. Como a las cinco de la mañana cuando todavía te tengo entre mi pelo, mis piernas, mis manos, mi tacto. Despacio, amor. Dejame guardar cada segundo. Dejame, damelo, devolvelo, no te lo lleves! y si te lo llevas, llevame con él, llevame con vos, llevame lejos yo quiero perderme en lo perdido que estés y respirar lo que respire de tu piel, como las esporas que desprenden los dandeliones así cada uno de mis deseos se siembra en tu cuerpo.
- Soñé que me escribías, G. El cuerpo, me lo escribías.
- Te amo.
Y no hay tiempo. No existe. Y cuándo y por qué si no necesito más. Pero sí, contestame, escuchame, sólo porque cuando todo cobra sentido es cuando me devolvés el sonido de mis palabras. En vos, tienen vida, amor.
Hemos llegado al punto en el que no es mentira nada. No entre nosotros, G. Vos me escribiste ¿entendés? Me escribiste. Me tipografiaste. Ahora mismo esto de amarte es tenerte ahí mirando al horizonte con ese rostro de niño perdido y esos ojos de que te escapaste de los setenta. Ahí, tus manos se apresuran y presionan las teclas de una máquina de escribir. Ella escribe constantemente. Ella está aquí. Ella sos vos. Y viene a decirte que no claudiques, ni siquera ens ecreto, mucho menos en tu interior. No te atrevas a negarlo. Sólo con esos ojos se puede amar así y decir Adiós. Adiós es una palabra que no quiero escuchar jamás de vos. Porque entonces todo esto que es imborrable se me convierte en la hisotira más hermosa y más triste. Y yo ¿Dónde viviré? ¿donde las coplas, las amapolas, los dandeliones, Ernesto, Victoria, Camila, y la mesa de luz con la ventana que de al patio donde jueguen? No puedo ya. Hemos llegado allí. Al punto en el que no podemos perder si saltamos de la mano. Aquí, bebe, tocandote el rostro, sintiendote adentro mio pero corriendo para alcanzarte, extendiendome mis manos para tenerte. Personaje vivo de la Historia que alguna vez creaste. Salido de tu matriz misma de soledad y de amor. No me dejes de escribir, que no se acabe la tinta, bebe. Puedo sangrar hasta secarme sólo por aprehender esa última letra, y no termina.
N.
1 comentario:
Espectacular escrito, ttan lleno de sentimiento.
Que no deje de escribir, por favor, que el corazón no se rompa.
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