Quedo desparramada entre las sábanas, por el piso
salpicada por las paredes, arañando las ventanas,
cuando te vas y dejas la puerta abierta
y mi alma descalza se quita la verguenza
y corre, desnuda, para traerte a la cama otra vez.
No llores, alma mía,
ya volverás a mí,
como todos los días,
como todas las noches,
oigo el sonido de un campanario cerca...
De pronto el café es menos amargo,
y la lágrima es más secreta.
Aguarda, corazón mío
si ya tienes el suyo
a la par de tus latidos,
si él se va y te eleva
con sus manos y en sus rizos,
si cuando me desnuda
te sostiene sin dudarlo.
Ya no te vayas, quédate
a vivir conmigo,
a morir conmigo,
a desmenuzarme hasta el hartazgo,
a recrear días y noches,
en sucesión, en detrimento...
ave azul de las mañanas
que doblega mis sentidos
Lucifernia duerme en tus brazos
y se ríe de tus caricias
adorándote a viva voz
gritándote hasta que duela
que revive en el amor
con el que la atraviesas
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