Lucifernia duerme en su sillón. Son más de las diez ¿No debería dormir? Sumida en su misterio de chifón, reencontrándose en las sábanas de azar. Da ganas de despertarla con un trueno, o de violentarle la calma con una tormenta de rosas. El vestido se le pliega y la piel se le adivina de lejos. Sus ojos tiernamente cerrados vislumbran lo que hay detrás. Lucifernia no duerme, sueña, sueña mucho y por eso dormirá.
n.
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