"El infierno está encantador,el Infierno está embriagadoresta noche"Patricio Rey.-
Por empezar, es una obviedad la retórica de este parafraseo. Yo no creo ni en el Cielo ni el Infierno. Creo en la metáfora, claro está. en fin.
Qué horrible sentirse así. Tantas voces, el mareo, el vértigo. Tomo el tren y me siento una cosa moviéndose entre otras cosas, un espíritu temblando entre otros espíritus, un yo dibujándose entre todos los yoes. Qué horrible sentir esa normalidad como una anormalidad, esa rutina como algo que todo el tiempo me resulta extraño, esa cotidianeidad como todo el tiempo un salto cualitativo entre lo que parece y lo que es. En realidad, todo esto es mierda: ¿Quién dice qué es normal o anormal? La norma, la normalidad, ha sido uno de los preceptos inventados por el hombre que ha funcionado de parámetro para erigir sociedades. Todos nos convertimos en lo que somos en base al parámetro. Sin parámetro no hay sociedad, sin parámetro no hay individuo. Sin que ésto esté bien y aquello muy mal, no habrá jamás bien o mal. Me doy cuenta de que me pudren el existencialismo y el socialismo en esa fase en la que se tornan "distinguidos", en esos momentos en los que dicen "el hombre no nace, se hace" o que dicen "el capitalismo sólo oprime y le da guita a una clase". Patrañas, necedades, todos los sabemos. Y hasta los que lo inventaron están tan cagados de miedo que parece que no. Pero sí. Estamos todos muertos de miedo. Estamos todos hechos pelota. Preferimos mil veces disfrazarnos y repetir acciones, quizás eso ayude a sobrellevar mejor la miseria, pero la miseria la tenemos adentro, de la miseria uno no se escapa, uno ES la miseria. Pero es una verdad demasiado difícil de tolerar para todos y todas. Entonces, mejor, montemos un teatro que mal que mal nos permite disfrutar y subsistir.
Las relaciones son un teatro. Liberan y coartan. Tragedia y drama. Todo en un mismo escenario. La teatocracia del amor es preciosa, lo convierte en un buen arte. Si vamos más atrás de los telones tenemos a dos personas, dos individuos, que con sus individualidades en pugna porque todavía creen eso de que "mi libertad termina donde comienza la tuya" en realidad no son más que enemigos, que se combaten espacios de expresión, hasta acá llegás vos mi amor! y en realidad eso es tener una relación, no tener amor.
El amor es libre. No se consigue en los mercados de esclavos, ya lo dijo un poeta en su Paroles.
Pero para vivir un amor libre, primero quienes lo construyen deben der libres.
No sé si es cierto todo esto, es lo que en verdad me sale decir aunque sé que no podría aseverar nada con seguridad.
a lo que voy, es... a ninguna parte.
Solamente estoy Siendo, sin Ir, sin parar, Siendo.
Y ser duele ¿sabés? Duele mucho cuando fatiga tanto la realidad. La vida no es hermosa, es hermosa si sabés vivirla pese a los medios y a las limitaciones que tengas. Pero lo que sí es cierto es que todo está en uno, cuando entro a mi espacio de trabajo pongo todas mis ganas en hacer de ese día una jornada que no mepermita arrepentirme de estar viva. Éso mismo debería hacer con todo.
¿Sabés que creo? Que soy humana, soy de este planeta, pero tengo constantemente el síndrome del exilio. Tengo naturaleza, si la hay, de forastera, de exiliada de su propia nación.
No importa dónde esté, miro a los otros seres humanos y siento un inmenso amor por todos ellos, inmensas ganas de conocerlos, de que todos estemos juntos y todos nos ayudemos. ¡Ilusa! me grita el día a día, porque nos han dicho que la paz se logra gracias a la guerra. Yo no lo puedo aceptar, me encanta no aceptar nada, me encanta, pero me duele, y no sabés cómo duele el hecho de que todo me duela!
Me duele, lo sufro, y eso ya no es ser sensible, es estar enferma.
Pero a mí me enfermó el mundo. Me enfermó la vivencia de tenerlo todo y sentir que debo quedarme en éste refugio que es mi cuerpo, que es mi vida, que soy yo. No quiero quedarme en mí ¡Déjenme salir, idiotas demonios! me hablan de noche, de día, de instante a instante, intentando que no me escape, que me quede, que siga.
Pero quiero salir! quiero olvidarme del conteo del tiempo, olvidarme de los personajes presupuestos, del rol que tengo que interpretar. Y si hoy desisto, desistir. Y si hoy peleo, a pelear. Me siento más sola que nunca cuando estoy arriba de un tren y siento que todos alrededor son desconocidos y ni uno sólo de ellos me dirá por qué y cómo hace para ser feliz si es que lo es.
Y como odio esa fase distinguida del socialismo y del existencialismo, entonces no caeré en las utopías viejas del "yo quisiera que todo fuese así"
mejor, diré, que acostumbrada a que mi pensamiento sea praxis, lo que debo hacer es reconstruirme, después de los últimos sucesos que me han armado-desarmado-armado.vuelto a desarmar.
Sí, soy artista. No puedo encontrar otra manera de definirme. Pero vuelve a dolerme esa distinción. Artista es el que sabe amar, el que sabe vivir, no yo carajo!
No lo soy entonces.
No lo soy, quizás lo sea.
Simplemente me ocuparé de ser un ser humano, de ser una mujer, de ser latinoamericana, de ser Natalia.
Y qué carajo quiere decir toda esta huevonada que estoy escribiendo no es pasible de responder a partir de mí misa. Hoy vos lo estás leyendo, mañana lo leerán muchos más. De momento la interpretación será lo que defina. Yo nunca doy los parámetros, me gusta jugar en los otros juegos, y me gusta ganarlos también.
Yo nunca doy los parámetros. Pero indirectamente, sí. Dañino, puede ser dañino. Y doloroso. Quizás eso te atraiga de mí.
Pero generalmente tengo esa idiota manía de querer ser aquello que el otro desee. Y como no soy nada, simplemente ME HES TAN FÁCIL SERLO TODO! Aquí está la cuestión, G! en todas las entrevistas me adoran, porque sé conocer al otro y me adapto a lo que pide , eso me da la victoria inmediata pero lo jodido viene después. Cuando tengo que poner a prueba eso que soy, entonces tengo que desmembrar la unidad ontológica que supone el ser, y colocar una Nati en cada punto: la nati hija, la nati hija pero de papá, la nati amiga, la nati hermana, la nati novia, la nati atorranta, la nati militante, y toda esa manga de idiotas que no sé bien cuál soy pero es bello estar rodeada de ese círculo de egos!
y después, entre todas ellas, juegan. Es una orgía de marasmos ungidos por un orgasmo de nostalgia. Qué va, me cansé de las chiquilinadas ¡Soy una chiquilina! una rebelde y de llama ardiente, eso me hace distinta, pero soy una chiquilina. Quizás ahora estoy madurando, y comprendo que ese cocktail de personalidades por el cual me siento representada en el poema de Girondo que refiere a lo mismo, ya no es lo mío. No en esta instancia. No después de nuestros seis meses. No en este momento de mi vida.
Y este momento de mi vida, es el auge y la caída. como siempre, qué raro, yo ¡La gran contradicción! qué gran circo de megalomanía, hija de puta, cerrá la boca y aprendé a vivir! en vez de escaparte de salas de cine y de pronto olvidarte de quién sos y qué decís, siendo reemplazada por algun dato viejo que no sabés ni de dónde sacás!
He dicho en este momento de mi vida, he dicho eso ¿no? Y a qué momento me refiero ¿verdad?
No es un momento, no es una etapa, no es un proceso, no es un estadio. Preferiría llamarlo, es un sentir. Porque mi vida a avanzado en base a sentires, nucna en base a etapas de inancia-niñez-adolescencia- y todo eso que de seguro alguien me explicará después.
Mi primer sentir fue la curiosidad. Fue el primero, fue el ver la imagen de Gisela tocando la panza de mi mamá y caminando con zapatillitas grises por el empedrado de la vijea casa (la mía, la verdadera, que vos no llegaste a conocer).
Esa visión, es un recuerdo, un recuerdo que tengo de antes de nacer. Nací con ese recuerdo, y acontinuación tengo la imágen de estar bajando de un tobogán y de tener a Gustavo sosteniendome. O de estar llorando por luchar con una vecinita que me quitaba un peluche, a los pies de mi madrina. Ésos son recuerdos de mis dos años de edad humana.
Mi primer sentir fue la curiosidad, una curiosidad generada por lo que veía, una recepción ante todo lo que pasar por mis sentidos que me hizo inocular altas dosis de sensibilidad. Soy un ser sensible, todos lo somos. La cosa es que nos han enseñado que "no hay que llorar" y que pase lo que pase se sigue adelante. Yo siempre cuestioné eso, lo que no significa que no me adapte. Como antes dije, la sociedad y la construcción del yo la pauta La Norma, la normalidad que es esa cosa que año tras año se perfecciona (como los paradigmas) y luego se reemplaza.
Entonces ¿Cuál fue la resolución? adaptarme, a todo, pero sin perder la sensibilidad extrema. ¿No son acaso polos opuestos? Sí, entonces la respuesta que hallé fue someterme a la circunstancioa haciendo uso de mi sensibilidad. Fijate, qué arte. Por eso soy así ¿Entendés a lo que voy? A lo que voy, no, ¿Entendés lo que soy? Nunca pude lograr eso, conciliar La Norma con cómo vine "de fábrica", por ende tuve que resignarme a inventarme en cada circunstancia, era lo más bello y adecuado a mis capacidades de ser, de sentir.
Las soluciones adecuadas, no son únicamente las correctas, son las bellas. Si algo no es bello, no merece ser. Y no me refiero a la belleza de moda o la belleza de superficie que pautan los medios cada semana. Éso es fealdad! no hay más fealdad que esa! A lo que voy es a la belleza, la belleza es la soberanía del arte, la belleza es la conmoción, la belleza no se describe y es la religión que mpas devotos tiene.
La solución adecuada en mi caso era esa, porque era bella, pero sobretodo porque generaba placer.
Ese placer que uno de niño siente al retener la defecación. A mí me pasó eso, hasta de muy grande, nunca entendí bien por qué, vos sabés la explicación freudiana.
Vos mirá cómo soy ahora. Curiosa, sensible, adaptable, a la carta... Terminé siendo demasiado apetecible, y ahora soy parte de un menú de demanda. Uno no puede evitarlo, forma parte de este sistema, pero yo me olvidé de construirme una ética que contemplara también al que me está consumiendo.
Porque muchas veces lo que consumís te puede intoxicar. En efecto. Pero hay metabolismos diversos.
Entonces, retrocedo, y te cuento: mi primer sensación fue la curiosidad, la gran recepción que siempre tuve a los fenómenos que mis sentidos captaran, para mí todo pasa por los sentidos, soy demasiado materialista. Lo que vino a continuación fue todo lo que construí a partir de eso, todo lo que capté y transformé a mi modo, creo que puedo llegar a entender quién soy si sé primero QUE SOY LO QUE HE HECHO DE MÍ A PARTIR DE LAS MILES DE INFLUENCIAS Y DE ELECCIONES.
mi segunda sensación fue la incomodidad. La incomodidad ante todo lo que receptaba, me incomodaba hermosamente lo hermoso, me incomodaba terriblemente lo terrible. Recuerdo tener cuatro años y estar acostada en el piso de la pieza de mis padres, ver cómo se marcaba la humedad en las paredes, ver cómo crecía pastito entre los espacios de tierra y cemento, y sentir que éso era genial... que aquello era maravilloso porque era increíble, era irresistible no pensar en por qué ocurre todo eso, en qué quiere decir, en por qué y qué es. Por qué, qué es, qué hace, qué. Era fascinante.
Si era fascinante ¿Por qué la incomodidad? Porque era demasiado, era mucho mundo, era mucha gente, eran muchas respuestas, y aún no tenía la mía. Entonces, cuando preguntaba o bien cuando lo pensaba desde mi lógica precaria, recibía la imposición de La Norma, La Norma (pero de un modo anormal) fue mi padre, en general las normas son los padres, para el huérfano serán las instituciones.
La incomodidad, la transformé en seguridad, cuando me metí bien adentro del sistema de conductas, cuando entendí cómo tenía que responder a los demás para tenerlos de mi lado y cómo había que hacer para "ser" en base a lo que te pedían los demás. Y pensé, con esto ganaré comodidad, una vez cómoda podré ser yo, podré hacer un yo de esta base que nadie toca, sobre la que yo construyo.
¿Qué hacés cuando recién conocés a alguien? En realidad, siempre es incómodo, porque siempre - en un principio- chocás contra una realidad que no es la tuya propia, es decir, mejor expresado: contra un individuo que no sos vos. Y está comprobado que a uno le gusta uno, todo lo que no sea uno, lo rechaza al ppio. ¿No es así? pensalo, cuántas veces elaboraste juicios de opinión con un "bueno, pero yo por ejemplo no soy así..." y bueno "lo que yo hago es..." teniéndote a vos por parámetro. Uno elige en base a uno, una mierda que contempla al otro, y ojo está bien! pero no podemos quedarnos en ese sentir. Entonces, retomando, para sortear esa incomodidad, aprendí muy bien a conocer a los demás, a ser lo que los demás querían, entonces no sentiría más incomodidad y podría seguir receptando todo de todos, porque amo receptar, amo sentir, y no me pongo más límites que lo que yo sienta como bien o mal.
Mi segundo sentir fue ése, muy unido al primero. Y si tengo que hablar de un tercero, digo que mi tercer sentir fue el ego. El poder. El ego-poder, que es el precepto más unido a mi concepción de trascendencia, y sobre eso efectuaré una tesis alguna vez. Te cuento, además, que reconsidero estudiar Psicología.
Continuando, expreso que el ego-poder es aquella definición del yo superior en relación a los demás con posibilidad de dominar y comprender de más. Siempre el "de mas" da poder. Si uno tiene dinero, y el otro tiene de mas, ¿en un sistema capitalista es posible equivocarse diciendo que más poder posee el úlñtimo mencionado? Entre dos mujeres, la que tiene más "belleza social e hipócrita mediática" aceptada es más poderosa. mal que mal, hablamos de cada individuo como un vector de poder, pero siempre en combates. Entonces, cuando descubro mi recepción, y descubro mi incomodidad, y descubro mi adaptabilidad... automáticamente descubro mi Ego. Soy receptiva, me incomoda algo pero me adapto y lo resuelvo bellamente... y "no sé si finalmente es Dios quien ha oído mis palabras, pero quien quiera que sea, me dio poder..." ... entiendo esas palabras de Hitler, las entiendo de verdad ahora.
Descubrí mi Ego, y entonces supe que había dos matices: la materia y la esencia. La materia no es esencia, es material. La esencia no es materia, es algo que se desprende de ella pero va más allá. Yo soy Natalia, materialmente hablando, pero esencialmente hablando hay qúe ver si respondo a lo que Natalia es. El mundo nos ha enseñado a adaptarnos, a no afianzar una identidad, porque las modas cambian y la ciencia progresa y la civilizacion se civiliza cada vez más excluyentemente... por ende, la gente puede cambiar su aire todos los días. Y puede mudar de pareja, de amante, de mentira, de trabajo. La trascendencia hoy día, es un concepto difícil de poner en práctica. La globalización lo pone en duda porque la globalización es la contradicción más grande del capitalismo. Eso de saber al instante lo que pase en otro mundo, conmoverse y olvidarlo. Me fatiga, me entristece, me da miedo y tengo rabia de solo pensarlo. Y entonces entenderás que me duele el mundo y me duele entenderlo. Si tan sólo hiciese como hacen tantos... fingir que no lo entiendo, y continuar. Podría, es lo adecuado, pero tengo Ego. Y el Ego poder me dice que tengo algo que tienen pocos, una sabiduría que no viene del aprendizaje educacional. viene del instinto, y ése instinto viene del "más allá" y nació conmigo mucho antes que tuvieses esta forma.
El ego me hizo entender la noción de poder, la adicción de poder, el Ego se convirtió en mí.
todo lo que el individuo siente pasa por el filtro del ego y es el ego el que acaba por destruir la materia y rehacerla, por construir esencia y destruirla.
Pero lo peor que hay es el ego y el instinto, van juntos de acuerdo a la construcción psíquica de cada uno. En mi caso, histérica, con angustia oral perpetua, con un trastorno no resuelto del complejo de Electra, mi ego y mi instinto me hacen hedonista de a momentos y me cuesta seguir La Norma. Me cuesta, aún cuando eso signifique traición.
Quiero escribri esto porque es lo que siento escribir. No escribo sino siento, siento porque escribo, desde que tengo uso de razón.
Ojalá el reconstruirme a partir de las ruinas en las que suelo sumirme sea más divertido que la última vez.
Adoro reconstruirme. Son siempre las mismas ruinas.
Pero detesto que estas ruinas te duelan, que las odies, que las temes, que te den repulsión.
N.