“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

lunes, 16 de febrero de 2009

Alma

Llueve. Que hermoso sonido, las gotas que caen y repican. Es hermoso cuando llueve, me trae todo tipo de recuerdos, el de un 1 de Abril sumamente distinto a un 10 de Febrero. Cosas que sólo yo entiendo y que serán siempre importantísimas para mí.
El es como un niño... siento que no lo puedo dejar solo. El fue siempre mi mejor amigo... y ya no lo tengo. Sé que no se puede todo, y que es mejor ahora mantener distancias. Es sólo que el era mi sol. Era mío. Con el yo era todo. Era suya.
Un sol tibio y luminoso. Su alma... Su corazón... obras de arte. Tan lleno de matices, tan lleno de verdades. Y ahora yo no puedo ser para él ni la mitad de lo que me gustaría ser, lo que él fue tanto tiempo para mí. Un ángel. Un ángel roto de dolor, que llora lágrimas lacerantes, eso no está bien... No se supone que un ángel deba llorar, está muy mal. Y está doblemente mal en este caso porque es mi culpa su dolor.
Cesó la lluvia... El cielo nuboso aún, el ambiente húmedo todavía. Y el verde de los árboles está más verde, todas las plantas lucen así. Si las hadas existen, éste es el momento en que salen.
Húmeda está mi alma también. Como si de la pared de mis pulmones gotearan lágrimas. Siempre relacioné al alma con el aire, la respiración, el hálito. Es por eso que creo que está ubicada en el torso, con los pulmones. Y cercana al corazón.
A mi alma la imagino gris y húmeda. Nublada. Como un día de lluvia. Resonante, llena de ecos. Abismal, profunda, nebulosa, laberíntica.
A mi corazón lo imagino roto. No sé, simplemente ya no está entero. Trozos pequeños de él se colan en mi sangre, y también se pegan en las paredes de mi alma. Un corazón desecho y vertiginoso. Podría decirse que mi alma es un colador.
No hablaré de mi mente, eso sería complicar innecesariamente las cosas.
El amor y el desamor nunca tienen que ver con la mente. La mente es la memoria y también la arquitecta de varias cosas. Pero el amor, y el desamor, son motorizados por el alma y el corazón. Especialmente éste último, y en su sentido más abstracto por supuesto.
El amor es sangre, es movimiento, es fuerza. Por eso se relaciona con el corazón, que bombea, que es indispensable, que sin él no vivimos.
El desamor se relaciona con el alma. El alma llora, y decanta los últimos trozos de corazó roto a fin de purificarse, a fin de regenerar "tejidos".
los ángeles son almas. sin cuerpo, sólo almas. Agrestes y bellas. También las hadas.

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