
Será, entonces, que las personas cambian y al cambiar arrastran pedazos de lo que alguna vez fueron. Será que a la par de las desdichas y las alegrías que construyen el sendero, quedan fragmentos y memorias en los subsuelos del mismo. Es cuando uno se para al costado del camino, que revee aquellos propios salpicones de existencia, horadando el pavimento o cultivándose en la tierra (no vaya a ser que la lluvia los lave hasta desteñirlos... y la mayor parte del tiempo, es ésto mismo lo que ocurre... Queda esparcido el añil de lo pasado, pretendemos reinventarnos a partir del mismo)
Ellas me vieron a mí como a una pintura de Delvaux, acaso siempre determinado recelo al acercarse (siempre cautela) al aproximarse a mí. Una muchacha de Delvaux, siempre perdida en su autodescubrimiento, avasallada por mil escarmientos y la hostilidad de un mundo de sofocante aire a imperialismo. Siempre en su pueril aventura de vida, necesitando un rescate para las propias trampas que se tendía. Entonces, N siempre fue la lejana, la inalcanzable, tan estúpidamente fuerte y débil como los huracanes cuando están a punto de desaparecer (absorbidos por su propio trombo). Se ve que hacía tiempo que dejaron de ver en mí, la imágen que yo les quise dar... A mis pequeñas, a mis hermanitas, a mis amigas y cómplices.
Traición cometida por no entender ni compartir, traición transmitida a través de la lejanía y la sorpresa de su partir sin avisar. Alegato de egoísmo y desidia, porque se supone que cuando alguien se va de tu vida (y es éste un ser importante en ella) debe al menos decir adiós... ¿Qué les importa escatimar en dolor?
1 comentario:
Las ausencias producen un dolor diréctamente proporcional a la fuerza del sentimiento q produce en nosotros.
Solo te hece daño la persona q te importa.
Texto q transmite serenidad y fuerza. Mi primera parada. No creo q sea la última.
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