
Me sentía un cuadro de Ruysdael, o La muerte de Marat.
Mi espíritu se desprendió de mi cuerpo (y lo digo con acierto académico, lo digo como si aceptara que el alma es inherente al cuerpo) y casi por inercia, se dejó atropellar.
¿Es que nunca iba a representar una realidad a lo Hobbema? Pero quién quiere molinos de agua cuando hay tanta turbulencia en las tormentas.
Mi corazón, sí. Ésa hilandera mecánica, ha desenhebrado un hilo que ha desarmado el diorama que ha constituido mi desastre de hoy. Cómo haces para tomar ese hilo, arrancarlo, y hasta destruirlo, y devolverme a mí a mi vorágine personal.
Soy yo, es el abismo, y aquí está N.
Más rara que una naranja mecánica...
1 comentario:
Existencial, vivo, de letra.
Un Saludo
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