“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Nos hemos visto ya, Alejandra


(Dedicado a Ale Pizarnik)



http://www.youtube.com/watch?v=jHWeTFzVehU&feature=player_embedded





Nos hemos visto ya, Alejandra

Camino sin caminar,
resbalando por las veredas
como las gotas de lluvia
incinerándose en su propia soledad.

Y chorreando los instantes,
los recuerdos, los pedazos,
los fragmentos de mí
rodando y lloviendo como adoquines.

Llorando las alegrías,
llorando el perfume del jazmín.
Gritando por lo bajo,
estridencias del propio ser ahogándose en el propio ser,

(y quién dijo que ser significaba existir.)

Nos hemos visto ya, Alejandra.

Desde tus abismos existenciales
hasta tus puentes surrealistas
para cruzarlos y encontrarte,
al otro lado, con vos misma.

Nos hemos visto,
y de vez en vez nos cruzamos,
cuando los desiertos verbales
nos alejan insolándonos,
nos subvierten las mentiras,
nos estalla el arte en las vísceras,

y hace tanta soledad
que hasta las letras se aniquilan…


Nos hemos chocado entre páginas,
entre hálitos que no son ni de vida ni de muerte,
son hálitos de existencia.

Hemos entablado uno de esos diálogos,
mientras buscamos esperando,
mientras buscamos con la espera.

Porque siempre se está aguardando, siempre se está al filo de la espada iluminada.

Entregadas,
surrealistas,
expresionistas,
desmentidas,
desertoras,
insurrectas,
lejanas,
imberbes,
violentas,
delicadas.

Las perlas negras,
negras de tan pálidas,
del collar de Madame Lamort
(“no es posible,
pues en parís no hay tranvías”)
la geometría del destierro de las almas.


Respiro sin respirar,
la porosidad de los momentos.
Alrededor un sin fin de encuentros y
desencuentros,
voces y costumbres.

Y sólo nuestros sentidos,
sólo ellos nos acercan.
Vos y yo, Alejandra,
enloquecimos por la conmoción de esos sentidos
daba asco hasta la normalidad
esa "cosidad" rayuelezca.

Y nos detuvimos a mirar en el espejo
y a no contentarnos con el reflejo sardónico de nuestra inocencia.

¿Es que acaso no somos todos verdades enmascaradas?
Sólo el amor es la verdad en bruto,
la semilla desmembrada de todo lo demás,
la espina que duele y que hace sangrar hasta que nada más se siente…

Nada más que la espina, es la espina la que duele y no el cuerpo (puesto que es el alma, no el corazón)


...


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