“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

jueves, 29 de julio de 2010

La Irrenunciabilidad del Ser a sus Deseos


"-Yo creo que uno nunca renuncia, simplemente las circunstancias cambian"
G.


Los deseos lo forjan a uno. Uno es fragmentos del Universo, es restos y compases inventados a partir de la existencia. Uno -como unidad ontológica, como existencia individual- forja deseos a partir de su identidad. Los deseos son uno. Los deseos son epíteto del hombre. El Ser arrojado en la nada se redescubre en sus ansias de perpetuidad, y sus deseos son los eslabones de las cadenas que intenta rehacer o soltar. Desear es tan humano como amar. Es condición inherente a la Razón. Quien posee razón se redescubre en sus experiencias, retrocede sobre sus pasos, porque posee conciencia. Es imposible no desear. El sistema capitalista ha tomado una perversa ventaja en esto. El "Deseo" parece mover al mundo. Y podríamos desglosar la palabra en tantos versículos y facetas que podríamos alcanzar las más increíbles conclusiones. Parece que quien domina el deseo de los demás, tiene poder. No hay límites para el deseo.
En este momento me atañe el deseo como irrenunciable. Me encuentro subyugada al Deseo. Al Deseo no se renuncia. Porque renunciar a una condición que nos conforma como humanos es imposible, por demás hipócrita. Y cuando uno cree que renuncia, tal vez simplemente cambie o mute su deseo. Pero la calidad de "desear" no perece. Es lo que nos hace humanos.
Deseamos más de lo que obtenemos. Todo es escaso. Todo es menos. Desear es ilimitado. Es casi una fortaleza onírica, más fuerte que el poseer.
Por eso, cuando se desea algo con toda la potencialidad y fuerza del Ser, se debe ser hábil para hacerlo trascender de manera tal que ese deseo sea un proyecto y ese proyecto una condición de nuestro existir.
Desear, desear, es como idear. No basta, pero es insoslayable. No alcanza, pero llena vacíos. El deseo de niña sigue siendo deseo hoy, no se puede renunciar a ellos, hay algo metafísico en el Ser que impide que se de esa fractura. Es como separar al cuerpo del alma.


N.



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