“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

jueves, 29 de julio de 2010

La Melancolía

("Después de Picasso, solo Dios...."-Maar.)




- ¿Sobre qué puedo escribir, Mamá?
- Sobre la Melancolía.
-¿Por qué?
- Es preponderante. Siempre me aparece.
- Eso es abatimiento.
- No, abatida no estoy... La cosa es que... no puedo decir que soy feliz cuando alguien tiene un problema. Cuando me entero que a alguien en la calle le pasa algo, ya me sulfuro. No puedo ser feliz, porque otra persona está triste.
- Mamá...
- ¿Qué, Nati?
- Yo también soy así.
- No sé si es un defecto... Pero, bueno... Yo soy así.
- Sí, mamá, yo también.



No sé qué decirte sobre ella
que no sepas ya,

mujer que caminaste avenidas

de la mano de la ingenuidad,

terca y bondadosa,
ojalá pudiese evitar

que te dolieran los ojos

cuando a escondidas llorás.

Tenaz,
vestida de gloria,
hasta cuando no te alcanza
la misantropía.

Voraz,
engendrado reservas,
hasta cuando no sirve
luchar.

¿Qué te voy a hablar de melancolía,
si me enseñaste a bailar tango de niña,
si nadie parece saber más?

Si saliste a caminar por Corrientes

y viajabas todos los días al pueblito

cuando salías de trabajar.

Te sé hablar del Nuevo Mundo,
del Viejo y de lo que piensan los demás.

A las dos nos duele la melancolía,
a las dos nos visitas una vez más.

Podemos sufrir iguales,
podemos sufrir con alas,
podemos salir a hacer compras
mientras en las manos
la nostalgia se nos resbala.

Siempre admiré tu cualidad
de ignorar a tan bella parodia
de la tristeza.

A mí no me sale, mamá,
no me sale disimular con entereza.

¿Cómo hacés? Mientras te veo
entiendo que la melancolía no sabe nada de vos
y vos lo sabés todo de ella,
le ganaste con la victoria
sangrando en el corazón.





N.




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