"Necesito esa puerta que me dabas...
Para entrar a tu mundo..."
Julio Cortazar
Y de tu mano entré al Universo que con presteza me enseñaste a descubrir. Rayando la locura, llena de sol y de lunas, me obligaste a conquistar instantes que se me escapaban de las manos como agua a través de un colador.
Porque el amor... el amor es esa cosa horrible, espantosa, gigantesca... Esa masa indescifrable, multicolor e indescubierta, cuyas dimensiones son monstruosas y sin embargo cabe perfectamente en el pecho, en las manos, en un gesto. La espina de la flor más recóndita y la lágrima de la chiquita de enfrente, que se sienta delante de la ventana y sin cavilaciones se larga a llorar... Quizás llame a algún fantasma viejo, que no vino a tomar mate, porque se quedó sin más por rabiar...
En esa sátira de besos y caricias, redescubrí los túneles de mi conciencia, pasadizos del todo indescubiertos para el acostumbrado a aventurarse sin rumbo y a internarse en palacios de arena. Llena de días y de noches, me incentivaste a revelar esos secretos que creí únicamente reservados para mí.
Ganaste adeptos en tu juego de seducir... Patricios y plebeyos, sembrados en tu jardín. Pero yo, de tu mano, he logrado instalarme aquí... A ellos los invitaste al Gran Banquete, a mí me invitaste a tu alcoba. Nos protegimos del azote y de la lluvia, nos quedamos a vivir allí.
Y soslayando las miradas feas, soltando un par de argucias al pasar, deshaciendo promesas improbables, con un par de sofisticados lamentos dejamos en los estacionamientos pruebas de nuestro amar...
Derrochabas sentido común, pérfidas formas de engañar a los demás.
Transpiramos juntos nubes de recuerdos, vapores y reflejos de tiempos que no volverán...
Y de tu mano ingresé en ese Universo del que ya no volveré a salir...
"A mí no me mientas, pendeja, yo sé muy bien cuando te querés ir y cuando te querés quedar."
Siempre dispuesta a esbozar con carisma los moldes del abismo a través del cual desaparecés. Pero nunca te tengo lejos, nunca te tengo lejos y lo sabés.
Porque las flores como vos, perecen a medianoche.
El refugio de tu alma lo construyo yo, lo construyo en tu cuerpo, en tus ojos, en tus manos, en tus suspiros... Y me has dado un índice más de poder, al haberme contado minuciosamente cómo fue que te escapaste la última noche...
Arco iris que se ciernen en tus mejillas después de tus diluvios temporales. Como las arañas, deslizándote despacio, abigarrada de vos misma, entrelazando tus piernas.
Universo lleno de matices, lleno claros y oscuros, el largo cabello arrastrando por el suelo y las cenizas viejas empolvándote los ojos. Vaya espectáculo por ver, maneras de entender este mundo...
Has extendido mis alas y las agonías ya no duelen, he comenzado a comprender porque este Cielo es tan inmenso, casi como el amor que te profeso a medianoche y bajo el hipnotismo del olor a incienso. Duermes como calla el silencio, y a mí me gusta tanto cuando callas, porque vuelvo a ser el niño perdido en esta selva... Y el neodarwinismo se queda corto cuando intentamos recortar malezas. Llora el hombre junto al malvón, el hombre de bombín. Miro la ventana y lo veo, y me acuerdo de mí.
Pero yo de tu mano llegué a aquí. Aquí me quedo, a tu lado, N.
Porque el amor... el amor es esa cosa horrible, espantosa, gigantesca... Esa masa indescifrable, multicolor e indescubierta, cuyas dimensiones son monstruosas y sin embargo cabe perfectamente en el pecho, en las manos, en un gesto. La espina de la flor más recóndita y la lágrima de la chiquita de enfrente, que se sienta delante de la ventana y sin cavilaciones se larga a llorar... Quizás llame a algún fantasma viejo, que no vino a tomar mate, porque se quedó sin más por rabiar...
En esa sátira de besos y caricias, redescubrí los túneles de mi conciencia, pasadizos del todo indescubiertos para el acostumbrado a aventurarse sin rumbo y a internarse en palacios de arena. Llena de días y de noches, me incentivaste a revelar esos secretos que creí únicamente reservados para mí.
Ganaste adeptos en tu juego de seducir... Patricios y plebeyos, sembrados en tu jardín. Pero yo, de tu mano, he logrado instalarme aquí... A ellos los invitaste al Gran Banquete, a mí me invitaste a tu alcoba. Nos protegimos del azote y de la lluvia, nos quedamos a vivir allí.
Y soslayando las miradas feas, soltando un par de argucias al pasar, deshaciendo promesas improbables, con un par de sofisticados lamentos dejamos en los estacionamientos pruebas de nuestro amar...
Derrochabas sentido común, pérfidas formas de engañar a los demás.
Transpiramos juntos nubes de recuerdos, vapores y reflejos de tiempos que no volverán...
Y de tu mano ingresé en ese Universo del que ya no volveré a salir...
"A mí no me mientas, pendeja, yo sé muy bien cuando te querés ir y cuando te querés quedar."
Siempre dispuesta a esbozar con carisma los moldes del abismo a través del cual desaparecés. Pero nunca te tengo lejos, nunca te tengo lejos y lo sabés.
Porque las flores como vos, perecen a medianoche.
El refugio de tu alma lo construyo yo, lo construyo en tu cuerpo, en tus ojos, en tus manos, en tus suspiros... Y me has dado un índice más de poder, al haberme contado minuciosamente cómo fue que te escapaste la última noche...
Arco iris que se ciernen en tus mejillas después de tus diluvios temporales. Como las arañas, deslizándote despacio, abigarrada de vos misma, entrelazando tus piernas.
Universo lleno de matices, lleno claros y oscuros, el largo cabello arrastrando por el suelo y las cenizas viejas empolvándote los ojos. Vaya espectáculo por ver, maneras de entender este mundo...
Has extendido mis alas y las agonías ya no duelen, he comenzado a comprender porque este Cielo es tan inmenso, casi como el amor que te profeso a medianoche y bajo el hipnotismo del olor a incienso. Duermes como calla el silencio, y a mí me gusta tanto cuando callas, porque vuelvo a ser el niño perdido en esta selva... Y el neodarwinismo se queda corto cuando intentamos recortar malezas. Llora el hombre junto al malvón, el hombre de bombín. Miro la ventana y lo veo, y me acuerdo de mí.
Pero yo de tu mano llegué a aquí. Aquí me quedo, a tu lado, N.
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