“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

lunes, 19 de octubre de 2009



Una virgen
De pálidas mejillas
Enrojecidas por el sol,

Esquivando
Con aroma a incienso
Desiertos de insolación,

Sostuvo su mano
aún cuando sintió morir,
caer la nostalgia
rebalsada y por el piso,
desmembrarse en el alma
las recetas del olvido
aún cuando, compungido, se vio partir...


Con las piernas descubiertas
Y en las calles sin asfalto
Se echó a correr
Hacia los brazos
De la Sudestada
Enamorada como estaba

Enamorada y resentida,
Fascinada, corrompida,
descreida del tiempo
de los Santos y la vida

Fue la Eneida envuelta
En mejillones y saliva,
Con la sal perpetrando en su cuerpo
Los Océanos del día


Con aires almizclados
de latitud Norte y Viento Sur
arrojados sin prestigio
los últimos vestigios
de los besos violetas y pardos
de la violencia con sabor a pasión


Con los ojos sueltos
deshechas las promesas
Una virgen pálida
Una Roma Vetusta
un oráculo regente
del último encuentro
bello e imberbe



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