“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

jueves, 30 de julio de 2009

Espera 2

Espera 2

Es difícil despedirme de una sola y rápida vez… Más fácil es hacerlo de a poco, día a día intento deshacerme un poco más de uno a uno los residuos de vos, y de nosotros.
Es que hay cosas que jamás te dije. Es horrible quedarme con eso. Prefiero decirlo y que el peso de todo aquello que quedará a partir de ahora en tus manos, corra por tu cuenta… No es mucho para vos, lo es todo para mí, así que no te va a costar llevarlo, y después de todo es lo que te corresponde: vos te fuiste, esta despedida era tu deseo no el mío.
Mis deseos eran conservarte conmigo. Sí, bueno, uno nunca sabe si es siempre el para siempre… Pero en mi corazón así lo sentía, y en tus ojos yo veía eso, eternidad y la refulgencia de un sentimiento con el que no creí haberme equivocado, pese al dolor que hoy siento…
Quiero comunicarte que me enseñaste mucho. No sé si te lo había dicho antes. Me enseñaste más de lo que sabías, no sé cómo, pero enseñaste hasta lo indescifrable… Que no sé todo, pero que sé más de lo que pensé, que no soy lo que todos ven pero sí lo que veo en soledad al estar serena… Me enseñaste a ver la vida como algo más que un proyecto por concluir… Sobre todo me enseñaste a verme feliz, y ano buscar más la angustia de la que era víctima en silencio. Ahora que te fuiste, ya no siento que quiero conservar esas enseñanzas… Porque así cómo me diste eso, me quitaste el aire, me quitaste los nutrimentos del cuerpo que hoy parecen faltarme, no respiro ni vivo como lo hacía un mes atrás…
Tal sofocación me reduce a un tercio de mis capacidades, y no puedo nada hacer como lo hacía antes. ¿Valió tanto la pena amar? Si iba a doler tanto…
Y al final del día sé que jamás volveré a ser la misma… Pero que está bien, que lo prefiero así. Prefiero ser la Lucrecia de hoy y no la de ayer. Pero en el fondo de mi corazón y tal vez del tuyo, allí donde ambos sabemos que jamás llegará Estela, allí estoy yo. Estoy siendo lo que fui siempre. Tu niña, y jamás tu mujer. Tu Lucrecia, y nunca tu Estela.
Estela es hermosa y única, pero yo soy más tuya que mía, más tuya que lo que es ella. Porque Estela no puede ser de otro más que de sí misma. Estela es fuerte y altiva, yo siempre fui ingenua y vulnerable. Pero vos me cuidabas de una manera que Estela jamás te permitirá ser cuidada. Sería mucho para su orgullo, sería poco para tu amor. Aunque apuestas a la relación de ustedes y no a la que apostaba yo, debo aceptar tu partida, tu despedida y tu adiós… Independientemente del dolor y la esperanza.
Alguna vez te veré bajar del tren, en la estación de siempre. Y quizás será demasiado tarde. Pero yo te voy a amar siempre… ¿Me oís? Siempre… Aunque es claro que vos no. ¿Es capaz Estela de ofrecerte eso? ¿Es capaz siquiera de entenderlo? De entender que la opacidad de tu alma no va con el desmedido brillo de su estrambótica presencia, y de que hay gente que ha sido hecha para viajar y llegar lejos, mientras otros como vos y yo sólo necesitamos un hogar y un Cielo lluvioso.
Vos elegiste. Vos te fuiste. Pero la mejor parte de vos, se queda acá, conmigo.

No hay comentarios:

Archivo del blog

Buscar este blog