“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

miércoles, 30 de septiembre de 2009


Y qué hermoso es sentir
que el deseo se consuma
en la irreverente lucha
de los momentos,
de los instantes,
de los ojos desbocados
por adueñarse de cada parcela
del cuerpo del amante...

...del tiempo derritiéndose...

como en un cuadro de Dalí

consumiéndose,
como la mentira
y el romance,

acechándome
como tus besos.
y mil amantes
socavando hendiduras,
y muescas en la cama,
y que entre todo ese
bagaje clandestino,
ese trámite de sábanas
ese ir y venir compungido
cubierto de alaridos
y desafiantes susurros

que caen de los hombros

que se atan a la cintura

y se desperezan y disuelven

como sales en el mar

Que en los acantilados de su cuerpo
me erosione y desfigure
el choque de nuestro sentir,
que acaso es el mismo existir
el mismo ejercicio de propio sabotaje

que se extiende hasta desvestir
y recorre hasta el más ínfimo recoveco
de todo lo que quede de mí
(hasta mi misma)

Y qué hermoso es sentir
que el deseo se consume
y que le toma un sólo segundo
volver a nacer,

Queda un anhelo
durmiendo en calles sin asfalto,
cuando amanece y te vas
cuando amanece y me voy
mientras mi cuerpo recostado
cual sartén de alabastro
vuelve a engendrar amor
(malditas sean las horas de obsoleta soledad
y clamor)

Medianoche... ¿No vas a pasar jamás?


Árbol de Diana

1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.


2
Estas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...


3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

4
Ahora bien:
Quién dejará de hundir su mano en busca
del tributo para la pequeña olvidada. El frío
pagará. Pagará el viento. La lluvia pagará.
Pagará el trueno.


5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos

por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mudo

6
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe

7
Salta con la camisa en llamas
de estrella a estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.

8
Memoria iluminada, galería donde vaga
la sombra de lo que espero. No es verdad
que vendrá. No es verdad que no vendrá.

9
A Aurora y Julio Cortázar

Estos huesos brillando en la noche,
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado,
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón sólo misterioso.

10
un viento débil
lleno de rostros doblados
que recorto en forma de objetos que amar

11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

12
no más las dulces metamorfosis de una niña; de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla

su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento

13
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome

14
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.


15
Extraño desacostumbrarme
de la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
oficio de recién llegada.

16
has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos
has terminado sola
lo que nadie comenzó

17
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días
sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta,
se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me
lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su
espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nom-
bres creciendo solos en la noche pálida.)

20
a Laure Bataillon

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe

21
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y de allá

22
en la noche
un espejo para la pequeña muerta
un espejo de cenizas

23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos

32
Zona de plagas donde la dormida come lentamente
su corazón de medianoche.

33
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va


34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte

sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente

35
a Ester Singer

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fue-
go, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche,

déjate caer y doler, mi vida.


37
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia


38
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas'
este canto me desmiente,


me amordaza.



martes, 29 de septiembre de 2009


Secuestra a mi alma,
que yace esparcida en el suelo,

encarcela a mi alma
,


que se libera de las huestes sublimes,


enloquece a mi alma,
mientras la nostagia matiza los muros
de una conciencia estigmatizada
por los rostros olvidados
que sin importar los abriles transcurridos
no retornan sin haberse tergiversado...

y trastocada por caricias...
mil caricias,
mil amantes...

mi alma se retuerce

aguardando el rocío
que cubrirá al bosque cuando amanezca...

mientras la noche se hace interminable...

Sumida en la desesperación,

o agotada en su serenidad,

el viento pelofustán despeina a mi alma,
por eso ven... Ven y contempla la claridad de sus reflejos...


Secuestra a mi alma,

y llévame con ella

Lejos




lunes, 28 de septiembre de 2009


A veces cuando pienso que
todo esta perdido
voy hacia algunas formas de la muerte

me pego un tiro con una palabra

que alguna vez me fue tan transparente.


En la ternura del agua que corre
me recuerdan la llegada de unos trenes

sales de los mares curvas de los puertos

con mujeres descalzas en el verde

Voy hacia el fuego como la mariposa
y no hay rima que rime con vivir
no te pares no te mates
solo es una forma mas de demorarse.

En las tardes tranquilas
cuando extraño todo
pienso que todo no es lo que perdí.

Una rosa de fe


y aun a costa de perder


se pierde pero se gana.


La lucha es de igual a igual
contra uno mismo
y eso es ganar.

No te pares, no te mates,

solo es una forma de mas de demorarse.

Recuerdo la quietud de la tierra,
la quietud de estar adentro.

Se cree más en los milagros

a la hora del entierro.

Este hombre trabajó

¿quien escribirá su historia.?

La cal reseca,
la viuda que sueña,

los amigos que siguen igual...
La gloria en zapatillas,
el florero vacío
quien sabe si se puso a pensar
¿para qué vivo?
¡Vivo para no perder!

Voy hacia el fuego como la mariposa
y no hay rima que rime con vivir
No se paren, no se maten

solo es una forma mas de demorarse.


No se paren, no se maten


solo es una forma más de demorarse.

solo es una forma más de demorarse.
solo es una forma más de demorarse.


El Tempano Juan Carlos Baglietto






domingo, 27 de septiembre de 2009


"La naturaleza da más de lo que quita, y sus sonidos evocan la esencia del ser humano."
Nicholas Sparks, El Cuaderno d Noah


Hojas de Hierba, Walt Whitman

Esta es tu hora, oh alma, tu libre vuelo hacia lo
inefable,
Lejos de los libros, lejos del arte, abolido el día,
concluida la lección,
Emerges, silenciosa, contemplativa, a meditar
en los temas que más amas,

La noche,
el sueño,
la muerte


y las estrellas.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Algo más raro que una naranja mecánica


Mezcla de resentimiento, odio y traición...

La naturaleza le dio resguardo
al oscurantismo de los Cielos
porque más que ángeles caídos
resultamos ángeles enfermos,

y en la propia existencia hundidos
y felices por los festivales celebrados
en nombre de algún Dios herido,
en nombre de algún mundo imposible...

Pero qué placer el de ver morir al propio placer

consumado en el Deseo
qué alegría la de saberse perdido
en las peripecias del sexo empedernido
y retumbando en los ecos de un destino

Se suscitan las emociones más turbulentas,
los desencuentros más perturbadores,
y en el medio de la nada la soledad
que anida los más grandes temores...

Es el circo de bestialidades
las deshonras, y las condecoraciones,
como risas y gritos ensordecedores,
y agita sus pestañas porque le agrada el festín...

En el medio de la gran ola,

en el surco del torbellino,

en la vorágine de pelos, cuerpos y saliva,

nace esa sensación,
esa emoción

hecha de retazos de alma,

las audacias del corazón
(que se creyó por siempre una farsa)

emoción casi humana,

casi ajena y extraña,

pero siempre propia

que de tan imposible se torna segura
que de tan violenta es apacible.

Y más raro aún que una naranja mecánica

el dolor de un sólo segundo

convertido en goce

el pinchazo de un instante

cuando el tiempo es sólo aparente...

Y el placer de sentir tal violencia que amarra

los brazos y las piernas

la boca

y los ojos

Y

la Libertad

de saber que pudiendo romperlos

permanecemos atados

miércoles, 23 de septiembre de 2009




Si pudiera me guardaría a Bariloche en un precioso relicario, o mejor en un bello camafeo… Para llevarlo a todos lados, para llevarlo conmigo a donde sea, prendido de mi cuello siempre, y que así me diera ese aire de cerro y ese perfume lago con sudestada que siempre encontré preciosos.

Me enamoré
de cada porción de terreno,
de cada extensión de Cielo,
y eso que apenas lo vi
(pero lo viví intenso).

¿No son acaso eso los recuerdos, las vivencias que marcan?

Camafeos circulares,

perfectos en su geometría,

que adornan los cuellos de manera invisible porque su esencia es sólo percibida

por la humedad del alma

y los adentros del corazón

(las partes más sensitivas a la realidad inmersa en ficción, que es la verdadera y la más bonita de sentir)

Nocturno



Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.

Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.

Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.

Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.

¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos?

Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,

y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,

como si se asfixiaran dentro de las paredes.

A veces se piensa,

al dar vuelta la llave de la electricidad,

en el espanto que sentirán las sombras,

y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.

Y a veces las cruces de los postes telefónicos,

sobre las azoteas,

tienen algo de siniestro

y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón.

Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo,

y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.

¡Silencio! —grillo afónico que nos mete en el oído—. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! único grillo que le conviene a la ciudad—.





Buenos Aires, noviembre, 1921.


Oliverio Girondo



De alguna forma nos encontramos. No sé bien en qué esquina doblabas, y qué empinada vereda era la que yo subía… Pero en algún punto nos enfrentamos, hubo conexión, inflexión, unidad… Y nunca lo había sentido así, y tengo al ligera expectativa de que esto no se puede repetir… Es de la clase de cosas con las que uno choca, y dicho impacto es tan grande y hermoso que acaba por desfigurar el rostro de la cotidianeidad organizada (y qué bello es sacudir los estigmas del tradicionalismo y la mecanicidad del amor). Estoy feliz. ¿Creo yo en la felicidad? ¿Esa utopía destinada a hacernos caminar aunque jamás lleguemos a tocar el horizonte? ¿Creo yo en el amor? ¿Esa trampa económica y esa mentira hermosa que edulcora galerías de Arte exhibiendo una suerte de riqueza pastoril? Yo tantas veces dije: esto no es amor, es Arte… Hoy tengo Amor (ambas palabras tienen un objetivo similar y una expresión igual de aprticular, además de cuatro letras y la misma A dando inicio a su fonética). Yo que tantas veces dije esto no es Felicidad, es novedad… Hoy tengo Felicidad. Se enfrentan dos rostros de una misma personita, rebuscada y nebulosa, la más corriente y la más innovadora. Yo que tanto necesito ser libre y expresiva nunca creí que podría serlo si estaba con alguien más. Hoy creo que se puede, hoy creo que puedo apostar por eso. Porque ni en un solo segundo de los días en los que nos conocimos verdaderamente estando juntos me separé de vos… Y aún no permaneciendo a tu lado, siento que mi alma se quedó allí donde tus brazos la acaparan de forma tal que pueda impulsarse al vacío y encontrar otros cielos: y a la vez redescubrir los ya entendidos… Y no importa si de pronto todo cambiara de nuevo. Esto vale la pena. Yo que estoy siempre tan en contra del romanticismo hipócrita, sé que en nada se parece a esto… Sé que esto es distinto. Esto se parece más a vos y más a mí. Y a nadie más. ¿Increíble no?

sábado, 12 de septiembre de 2009


("Que se caigan las nubes...")



Quemando la turbina te escapás
¿vas a volver a herirme otra vez?.

En tu ternura ésta acechándome

una buena traición de mujer

que echa hielo y brasas en mi corazón.

(Fumando en la oscuridad).

Sobrio no te puedo ni hablar

Estoy perdido sin mi estupidez.

Un auto guapo va venir por vos
y nada va cambiar.

Vas a vivir en el delta en un lanchón

buscando de que reír.

Le das la copa al fin, al vencedor
tarea fina, perdida en mi soledad.

No sé si no me gusta más que el rock
(nunca la ví llorar).

Si no va sin freno no anda bien
ni me encadena a su show.

Con las piernas más bonitas

las más lindas piernas que vi.
Y un juego rico de amores.
Caída libre para dos.


Miro alrededor,
heridas que vienen, sospechas que van
y aquí estoy
pensando en el alma que piensa
y por pensar no es alma,
desarma y sangra.

" Hagamos una revolución,
que nuestro líder sea el sol,
y nuestro ejército
sean mariposas.

Por bandera otro amanecer
y por conquista comprender
que hay que cambiar
las espadas por rosas."


La costa del Silencio, Mago de Oz


jueves, 10 de septiembre de 2009

IV


Fi du rythme commode,
Comme un soulier trop grand,
Du mode
Que tout pied quitte et prend!

Theophile Gautier, L´Art



En el Bondi, a quince minutos de vos.
Pero el tiempo no comprende que el ser humano es una anacronía.



La ventanita de atrás no se podía abrir, de todas formas el viento parecía entrar (y no sé cómo) mientras me enfocaba en los árboles, algunos descuartizados árboles acomodándose por donde podían.
Vía pública, peatones, A woman left lonely en mi cabeza...

Siempre captó mi atención la forma algodonosa de las nubes… Esa suerte de crema batida salpicada en un escenario celeste, esa cosa vaporosa-blanca-suave-texturada… El alma como vitrola, cuando miraba las nubes falciformes. Esas raras formas contaban historias… retratos surrealistas que dejaban a la imaginación el sentido de sus arabescos.
A veces sentía que aquello se iba a caer, que decididamente todas esas formitas mestizas de vapor y crema caerían sobre mí, y que la sensación sería hermosa.
Que las nubes se caigan, pedía yo, que las nubes se caigan, le decía a mamá. No se pueden caer, nena. No importa, yo quiero que se caigan. Y reflexionaba aplicadamente sobre ello, en aquel colectivo y a cierta distancia de vos.


Nos encontramos en la esquina de siempre, me guiñaste un ojo desde la distancia. Sonreíste y había algo en tu boca que siempre me anticipaba tus primeras palabras. Esa socarronería barata, ese olor a bosque cuando anochece. Non, je ne regrette rien. Y sin embargo yo olvidé darte un beso, se me cayó por el camino, porque yo pensaba en las nubes… Quise explicarlo, con seriedad, y te reíste. No se pueden caer las nubes, nena.


Veredeando por ahí, escatimando en frases romanticotas y de ésas que no nos gustan… Preferimos el Arte al Amor (Como si hubiese tanta distancia entre los dos, como de vos a mí, como del uno al dos)
Discutiendo significativamente si el concepto de abismo postmodernista tenía alguna relación con las tesis de Foucault. Yo a veces creo que no te oía, me limitaba a asentir o a negar, me sentía una niña correteando sin cesar por inundadas calles fangosas y una lluvia que con estrépito me sacudía el pensar. Y qué lindo estaba… Nosotros por ahí, veredeando, atardeciendo.

Después nos tomamos un tren, y yo acomodándome el cabello (siempre despeinado, siempre liberal) y mirando por la ventanilla la caída del alba… Todavía con el uniforme puesto, en la mochila un par de libros y un CD de Miles Davis… Un tipo cantó una balada, y después pasó una gorrita para recopilar algún metálico. El sonido del tren y tu-mano-en-mi-pierna, de pronto la atmósfera me exhibió la delicuescencia de los sentimientos. Hubo algo en la llegada de la noche que me trajo ganas de llorar. Pero las lágrimas no se agolpaban, eran sólo las ganas, era esa humedad de humor recalcitrante. Y recuperé el beso que había perdido en el camino, sellando tu boca por unos segundos. Te quiero pendeja, aunque quieras que las nubes se caigan. No importa, yo sé que alguna vez se van a caer. ¿Sabés a dónde se caen? En las montañas. Vamos un día, a ver qué tal.


Tren, subte, la gente que nos miraba. Caminata por 9 de Julio, y calle Corrientes se me hacía interminable. Me pareció ver en un par de rostros realidades que ya conocía, y extraviarme en un sinnúmero de vidrieras, espiando por novedades archi-pretéritas, artilugios del centro.
Y de pronto, solos. Íntimos y para nada verborrágicos. Tres palabras, como mucho cuatro. El resto eran caricias, y es bien sabido que las manos hablan mejor que la boca cuando de amantes se trata. Les amants du havre…

Nos acostamos en la cama y mirando al techo nos contamos un par de pensamientos. Yo quería salir al balcón, vos querías demorar al tiempo. Había nubes de nicotina, había nubes de sinsabores, había nubes en el cuarto, aliento a recuerdos en tu boca y bocanadas de exuberancia… Queríamos exorcizar la malicia de la expectancia. Mi cuerpo mismo se deshizo en un hermoso almíbar que querías consumir, y yo sentía cómo lo bebías, cómo ensayabas cada inspiración.

Aquel rostro, junto a la ventana, aquella facción ensombrecida (a medianoche todo es mitad luz-mitad oscuridad) que pusiste cuando te pusiste a recordar, hubiera sido una perfecta foto en blanco y negro (y apuesto a que en tus ojos todavía permanecería el asombro, un flash pupilar que retratara mi llegada a tu vida) la foto más linda, que hasta Man Ray envidiaría… Me quedé con esa foto, con esa fotografía sin sacar.

Caminamos el resto de la noche, caminamos hasta agotar fuerzas. Dormimos el resto del tiempo, dormimos hasta que el amanecer frío nos descubrió entre las sábanas. Fue tan perfecta la travesía, tan irrevocable la garantía de volver a vernos, que despedirte en la estación y caminar por mis conocidas veredas locales (vacías, por ser Domingo –tan distintas al Centro-) me hizo llorar, llorar como una niña, como la nena que no puedo dejar de ser…

¿Por qué tanta melancolía, N?

Si las nubes siguen allí y vos podés seguir imaginando que van a caer. Es que alguna vez se van a caer, hay sitios donde ya se caen (en serio, en las montañas, me lo han dicho) y no me importa, yo quiero que caigan. Yo quiero que caigan, y punto.


Los Domingos me hacían sentir que estaba al borde de un precipicio, sin saber bien por qué, yo me acomodaba en ese borde y movía mis piernas desnudas. Sentía el agua erosionando el acantilado, y era hermoso. Yo era un día que no cabía en la Semana, y me limitaba a merodear en los demás.

Así que recordé, paso a paso, aquél escape nocturno. Mientras volvía en el bondi, a quince minutos de mi cotidianeidad. Nadie sabía dónde había estado, más tarde lo comentaría con un par… De nuevo me atacó ese impulso histérico de querer pasar mi parada y seguir en el colectivo hasta quién-sabe-dónde, hasta ningún lugar. Me dio gracia, mi sentido de orientación por las calles no era el mejor. Vos y yo éramos como una calle intransitable, intransitable pero hermosa, nosotros comprendíamos la metáfora. Y qué se yo cuántas cursilerías más. Un viaje a ninguna parte, eso éramos. ¿Quién dijo que todas las travesías tenían un escenario fijo como objeto?

Arte, mi vida, Arte… Cest moi, déjame entrar en la fragilidad de tus lienzos. Cose mi boca con el hilo de tu saliva, tu boca al zurcir la mía, adereza los castigos de la melancolía con los moldes de tu cuerpo… Y que lo demás sea como lo que sea. Las nubes no se pueden caer, pendeja. No me importa, yo quiero que caigan…






miércoles, 9 de septiembre de 2009




Me exilié contigo
En una noche porteña
¿Lo recuerdas, con el dosel blanco?
Caminando, ratoneando,
Rebalsando de placer,
Delirando con las miradas entornadas,
Y extravíos del querer…
Haciendo ruidos con los tacos
Por las veredas iluminadas,
Y enriqueciendo fauces
Con aroma a tabaco carcelario.
Qué bonitos besos,
Qué perfecto adiós…
Qué irreductible el inventario del dolor…!
Y la esquina de Corrientes,
y el maldito estafador…
Jugando a los dados, perdiste la primera moción…
Una cena a la luz de las velas,
Una noche en el hostel,
Entre sábanas quimeras y atardecer de miel,
La mañana descubriendo el rocío entre mi piel…

¿Lo recuerdas, como el frío al amanecer?


Desteje tus mentiras, niño,
Niño deshecho en arte de caballete,
El ovillo se hace grande y el hilado se entorpece,
Ronroneando algunos versos que te hagan renacer
No te ocultes en mis piernas, que hasta yo te puedo ver…!
Pero el invierno no resiste sus ansias de tormento,
El crepúsculo incruento te desviste para mí,
Nuevos exilios llegan, la libertad es el cielo más despejado,
Bocanadas de nicotina y anís, recuerdos enlutados,
Discos viejos, Gauloises, hotel Chelsea y uñas pintadas,

¿Lo imaginas, con mi perfume de arrabal y tus puños arremangados?




Apunte Callejero



En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles.

En un quinto piso,
alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.


Pienso
en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas.

Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar...

Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...


Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas

de un


tranvía.



Río de Janeiro, noviembre, 1920.
Oliverio Girondo





En los despojos
del ser colectivo
quedan los rostros
de los desdecidos

(el precio de la permuta
en manos de la acumulacón originaria)

por la inaudita
autoridad
de una deidad
incestuosa

Que hace arder
en los ojos
el humo de sus
cigarrillos helénicos

Los flagelos
se figuran
en la curvatura
de tu espalda longeva

(el precio de inmiscuirse
en las luchas insurrectas)

En el silencio de las ruinas
de la destrucción,
el beato destructor
ha escupido epitafios...

la plegaria susurra
gemidos lastimeros,
en silencio se deshacen
los gritos expatriados...

heridas de guerra,
aullidos de resurrección...
Rostros insolados
en los perplejos rostros
de los revisionistas románticos



martes, 8 de septiembre de 2009



microcosmos surrealistas,
cada uno en su dialéctica
sonsacando libertades,
salpicados por aceras universales...

Como excremento de dioses,

deidades locas y egoístas,
sacudiendo al yugo realista,
exportando propiedades individuales,
¿Qué le sucedió al mudo?

Desde cuándo la jauría
se devoró al cardumen,
y el Universo hecho hecatombe
expiró ante el firmamento estrellado

¿Dónde quedaron las sombras?
Hay tanta luz y disímiles proyecciones...

Se acumularon yagas en las bocas de los Dioses,
se acumularon y ¡Oh, quién más sabrá decir!
Las Diosas han hecho el amor con mortales
y el vicio mezclado de petulancia se propagó
en ciudades prefabricadas...


Bellas sirenas y titanes enloquecidos,
la lucha libre de los despilfarros
en plena devaluación del espíritu,
un caos amanerado cae Just in Time

y en momentos de depresión
el surrealismo emboca y hace portadas
de los microcosmos perdidos
entre sirenas y titanes,

lluvias y arcadas de madres humanitarias
que regalan a sus hijos en la tempestad,
lluvia y beldades profanas
que incestuosamente juegan a la hermandad
























Y es que hay instantes en los que el tiempo se exhala,

se torna residuos de los pasajes falciformes que envuelven a los amantes...
Les amants du havre...
Y no importa nada más...
El tiempo es una entidad social, un acuerdo simbólico,
que nada entiende sobre amar...
¿Sobre amar dije? Sobre vivir...
Es un pelofustán que no encuentra hogar
y absorbe los nuestros...
Absorbe los restos, y los pedazos más grandes nos los da de comer...Casi a la fuerza, como la cicuta del filósofo

Hay que Buscarlo, Oliverio Girondo



En la eropsiquis plena de húespedes entonces meandros de espera ausencia
enlunadados muslos de estival epicentro
tumultos extradérmicos
excoriaciones fiebre de noche que burmúa
y aola aola aola
al abrirse las venas
con un pezlampo inmerso en la nuca del sueño hay que buscarlo
al poema

Hay que buscarlo dentro de los plesorbos de ocio
desnudo
desquejido
sin raíces de amnesia
en los lunihemisferios de reflujos de coágulos de espuma de medusas de arena de los senos o tal vez en andenes con aliento a zorrino
y a rumiante distancia de santas madres vacas
hincadas
sin aureola
ante charcos de lágrimas que cantan
con un pezvelo en trance debajo de la lengua hay que buscarlo
al poema

Hay que buscarlo ignífero superimpuro leso
lúcido beodo
inobvio
entre epitelios de alba o resacas insomnes de soledad en creciente
antes que se dilate la pupila del cero
mientras lo endoinefable encandece los labios de subvoces que brotan del intrafondo eufónico
con un pezgrifo arco iris en la mínima plaza de la frente hay que buscarlo
al poema

lunes, 7 de septiembre de 2009

III




























N no toleraba la monotonía en la que la cotidianeidad amenazaba con sumirla.

N era feliz corriendo, descubriendo, recorriendo, viajando.
Pero N no podía (Oh no, definitivamente no-po-dí-a) dedicarse a la repetición de ciclos normativos. A veces le parecía que a su alrededor diminutos pedazos de realidad confabulaban para atraparla en la desgraciada petulancia de lo aceptado normativamente. Personas, sucesos, hábitos, lugares… Pero N no quería caer.

Era triste encontrarse a sí misma aquella tarde, inventando excusas para huir de aquella conspiración. Dormir un poco más, leer un poco menos, fumar de vez en cuando (y siempre a escondidas) hipnotizarse con Devaux, oír fuerte y todo el tiempo ese jazz que atraía el contubernio de las emociones humanas…

Allí, sentada, en un café del centro, ensayando normalidad…
Qué linda la cara triste de N, revolviendo la cuchara en la tacita, abrazando ese pedazo de nada que se le figuraba inusual. Perdiéndose en cada objeto que desarmaba y volvía a ensamblar con la mirada. Las piernas, inquietas. Las imágenes mentales, desfilando.
¿Qué carajo era todo eso? Entonces miró a la gente a su alrededor, y no encontró a ningún ser cuya decencia le asignara alguna dosis de placer. Se rió, aquello era una diáspora de espíritus. Imaginó que de cada persona se desprendía un alma y que todas juntas, las almas, se aparecían unidas y juguetonas danzando y mezclándose (como microbios en un claro amague simbiótico)
Los cuerpos que quedaban en el café aguardarían el retorno de las almas. Pero ¿Cuándo volverían?
Se figuró que la suya no estaba allí en aquél momento, y se sintió un maniquí. De nuevo, sonrió.


"... He sido adulto, padre y miembro responsable de la sociedad. Me he ganado el pan de cada día. Me he adaptado a un mundo que nunca fue mío. Quiero abrirme paso a través de este mundo más amplio y encontrarme de nuevo en la frontera de un mundo ignoto que arroje a las sombras este mundo descolorido, unilateral. Quiero pasar de la responsabilidad de padre a la irresponsabilidad de hombre anárquico , al que no se puede someter, sobornar ni calumniar. Quiero adaptar como guía a Oberón, el jinete nocturno que, bajo sus negras alas desplegadas, elimina tanto la belleza como el horror del pasado; quiero huir hacia una aurora perpetua con una rapidez y una inexorabilidad que no permita el pesar, la lamentación ni el arrepentimiento. Quiero sobrepasar al hombre inventivo, que es un azote de la tierra, para encontrarme de nuevo ante un abismo infranqueable que ni siquiera las alas más robustas me permitan atravesar..."




Un cuento de hadas
(fragmento)


Un sábado, en un frívolo atardecer de mayo, Erwin estaba sentado ante una mesa, en la acera de un café. Observaba a la apresurada multitud, y, cada tanto, su incisivo mordíale fugazmente el labio . Tintes rosados coloreaban el cielo, y, mientras crecía el crepúsculo, las luces de la calle y los anuncios de los negocios despedían un fulgor sobrenatural. Una muchacha, anémica pero bonita, pregonaba las primeras lilas. El fonógrafo del café, adecuadamente, irradiaba el Aria de la Flor, de Fausto. Una mujer madura, vestida con un traje sastre negro, se abrió paso, meneando las caderas con pesadez, aunque no sin gracia, entre las mesas. No había ninguna libre. Finalmente, apoyó una mano, ceñida por un guante negro y brilloso, sobre el respaldo de la silla vacía que había frente a Erwin.

- ¿Me permite? -sus ojos, desde el velo corto de su sombrero de terciopelo, lo interrogaron con gravedad.

- Sí, naturalmente -respondió Erwin, y se incorporó, saludándola con una leve inclinación. La presencia de esas mujeres sólidas, con pómulos de corte masculino, recubiertos con espeso maquillaje, no lo perturbaba. La mesa recibió el resuelto impacto de la enorme cartera de la mujer, que ordenó una taza de café y una porción de tarta de manzana. Su voz profunda era algo áspera, aunque agradable. Las tinieblas invadieron el vasto cielo tiznado de rosa. Crujió un tranvía que pasaba, y sus luces inundaron el asfalto con sus lágrimas radiantes. Desfilaron bellezas con faldas cortas, seguidas por la mirada de Erwin. “Quiero ésta", pensó, mordiéndose el labio inferior. "Y aquélla, también".

- Creo que podríamos solucionarlo- dijo la mujer que tenía frente a él, con esa misma voz, ronca y severa, con que se había dirigido al mozo. Poco faltó para que Erwin se cayera de espaldas. La dama le ofreció una mirada intensa, mientras se quitaba un guante para sorber su café. Sus ojos, maquillados, ostentaban un fulgor duro y helado, suntuoso como el de las joyas falsas. Debajo de ellos, se abultaban gruesas ojeras y -algo muy poco frecuente en las mujeres, aun cuando tengan cierta edad- asomaban pelos por las ventanas de su nariz felina. Al quitarse el guante, descubrió una mano grande y arrugada, prolongada en uñas largas, hermosas y convexas.

- No te sorprendas -lo contuvo, con una torcida sonrisa. Ahogó un bostezo y añadió-: En realidad, yo soy el Diablo. Erwin, tímido e ingenuo, creyó que sólo era un modo de decir, pero la dama, bajando la voz, prosiguió de este modo:- Los que me imaginan con cuernos y una gruesa cola cometen un gran error. Sólo una vez aparecí bajo esa forma, ante un imbécil bizantino , y te aseguro que no me explico por qué tuvo tanto éxito.



Vladimir Nabokov
Cuentos completos

Cafetín de Buenos Aires



De chiquilín te miraba de afuera
como a esas cosas que nunca se alcanzan…
La ñata contra el vidrio,en un azul de frío,
que sólo fue después viviendo
igual al mío…

Como una escuela de todas las cosas,
ya de muchacho me diste entre asombros:
el cigarrillo,la fe en mis sueños
y una esperanza de amor.
Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja…

En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas,
yo aprendí filosofía… dados… timba…
y la poesía cruel
de no pensar más en mí.

Me diste en oro un puñado de amigos,
que son los mismos que alientan mis horas:
(José, el de la quimera…
Marcial, que aún cree y espera…
y el flaco Abel que se nos fue
pero aún me guía….).

Sobre tus mesas que nunca preguntan
lloré una tarde el primer desengaño,
nací a las penas,
bebí mis años
y me entregué sin luchar.



Santos Discépolo

domingo, 6 de septiembre de 2009

Claire de Lune


"(...)
Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven. Sé que salías de un café de la rue du Cherche-Midi y que nos hablamos. Esa tarde todo anduvo mal, porque mis costumbres argentinas me prohibían cruzar continuamente de una vereda a otra para mirar las cosas más insignificantes en las vitrinas apenas iluminadas de unas calles que ya no recuerdo. Entonces te seguía de mala gana, encontrándote petulante y malcriada, hasta que te cansaste de no estar cansada y nos metíamos en un café del Boul Mich y de golpe, entre dos medialunas, me contaste un gran pedazo de tu vida.

Cómo podía yo sospechar que aquello que parecía tan mentira era verdadero, un Figari con violetas de anochecer, con caras lívidas, con hambre y golpes en los rincones. Más tarde te creí, más tarde hubo razones, hubo madame Leonie que mirándome la mano que había dormido con tus senos me repitió casi tus mismas palabras. "Ella sufre en alguna parte. Siempre ha sufrido. Es muy alegre, adora el amarillo, su pájaro es el mirlo, su hora la noche, su puente el Pont des Arts." (Una pinaza color borra vino, Maga, y por qué no nos habremos ido en ella cuando todavía era tiempo.)

sábado, 5 de septiembre de 2009


“Yo ya no tengo tiempo ni me importan las modas,

mezclo Jelly Roll Morton con Gardel y Stockhausen,


loado sea el Cordero”.



- Se le ha roto el Alma al Saxo -
El Perseguidor



Jazz Me Blues...



Down in Louisiana in that sunny clime,
They play a class of music that is super fine,
And it makes no difference if it's rain or shine,

You can hear that jazzin' music playin' all the time.


It sounds so peculiar 'cause it's really queer,

How its sweet vibrations seems to fill the air,

Then to you the whole world seems to be in rhyme;

You'll want nothin' else but jazzin', jazzin' all the time.

Every one that I ever came to spy, hear them loudly cry:

Oh, jazz me!


Come on, Professor, and jazz me!
Jazz me!

You know I like my dancing both day and night,
And if I don't get my jazzin', I don't feel right,
Now if it's ragtime, take a lick, play it in jazz time,
Jazz time!
Don't want it fast, don't want it slow;
Take your time, Professor, play it sweet and low!
I got those doggone, low-down jazz-me jazz-me blues!

Jazz me!
Come on, Professor, and jazz me!
Jazz me!
You know I like my dancing both day and night,
And if I don't get my jazzin', I don't feel right,
Now if it's ragtime, take a lick, play it in jazz time,

Jazz time!

Don't want it fast, don't want it slow;
Take your time, Professor, play it sweet and low!
I got those doggone, low-down jazz-me, jazz-me blues!

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