“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

miércoles, 9 de septiembre de 2009


En los despojos
del ser colectivo
quedan los rostros
de los desdecidos

(el precio de la permuta
en manos de la acumulacón originaria)

por la inaudita
autoridad
de una deidad
incestuosa

Que hace arder
en los ojos
el humo de sus
cigarrillos helénicos

Los flagelos
se figuran
en la curvatura
de tu espalda longeva

(el precio de inmiscuirse
en las luchas insurrectas)

En el silencio de las ruinas
de la destrucción,
el beato destructor
ha escupido epitafios...

la plegaria susurra
gemidos lastimeros,
en silencio se deshacen
los gritos expatriados...

heridas de guerra,
aullidos de resurrección...
Rostros insolados
en los perplejos rostros
de los revisionistas románticos



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