" ¿Y por qué tenías que convertirte en postal eternauta de mi existencia? No tenés derecho a sulfurarte en mí, a arrinconarme en mi propio ser, a vaciarme y llenarme del mismo vacío que me transforma en esta criatura cíclica y en no-sé-qué-mas... no tenés por qué irrumpir en mis sábanas y zurcir mi frente a la tuya, embestir cuerpo a cuerpo las delicias de la palidez romántica, destiñendo el añil que se desprende al solvente de tu saliva propia sobre mi lienzo. No te quiero, te quiero, no te quiero, te quiero. La verdad que no entiendo, quién te concedió ese derecho, por qué mi espíritu se ha tornado delator..."
(anoche)
Mañana es un día importante para mí, por supuesto y cómo no. Ahora es de noche y ni bien quede dormida mi alma se exilia al deseo onírico perpetuo, sin embargo aún creo que puedo... Mañana. Y te escribo a vos porque sé que es la mejor manera de llegar a mí (¿Y desde cuándo eras la cortina de mis ventanas? ¿En qué momento fuiste mi reflejo en la turbulencia? ) algún día entenderé por qué, mientras tanto yo (te) escribo.
Mañana voy a caminar sola hasta la parada rehaciendo los relatos silenciosos en mi conciencia como típica costumbre de los delirios de novelista que me caracterizan. Pasando por una a una todas las casas del barrio por las que paso siempre camino al colectivo, las esquinas de toda la vida y los empedrados que cuentan historietas a los vecinos. Porque hasta los ladrillos se han convertido en el retrato de escenarios retrospectivos.
Y llegaré a la parada, a esperar, a buscar monedas, a recordar qué bien, qué lindo y que hoy es importante y que sí o porque no. Tomaré el colectivo, y viajaré sintiendo que cada vez falta menos para llegar a donde de voy y en cuánto me gusta el cotidiano traslado, esa suspensión y corrimiento, la lectura improvisada de Rayuela junto a la ventana, ese viajecito imperfecto (inmóvil pero circulando, léase Física de primer año, Cinemática y aquél exámen...)
Mañana es Mí Día Importante y no sé qué clase de día será para vos, que no acostumbrás a construir lógicas sobre el tiempo, porque la filosofía te adiestró a otro estilo de visión. Pero yo te escribo y recuerdo que en realidad este llamamiento es para mí ¿Qué te cuesta admitirlo, N? Estás feliz... Y de a momentos querés recortar esa utopía porque como centinela cuida tu alma de hoy epro no rescata la visión del ayer y amenaza al dolor y a la melancolía que quizás mañana te iban a hacer llorar lágrimas de sal (centinela que de retaguardia amenaza enfundando un facón y se enlista para el relevamiento de la mita al compás de algún carnaval persecuto)
No estás pero estás, No estás, pero no estás. Desaparecés (y a que no, a que seguís allí). Ya es indistinguible y muy art nouveau el pretender hacer arabescos con el despiole que sembraron tus rastrojos en mí. Bien que me encanta ese despiole y las diversas formas de concebir al amor ¿Amor? ¿Qué amor? Esa trampa para los despistados, el espectáculo circense (acaso espectro silente) del yugo occidental, la pieza de arte que descansa cual bitreaux en una catedral ortodoxa (panacea chauvinista).
Vos conquistando Libertad, yo abrazándola en todas su formas. Agotando la sed hasta subvertir el orden del espíritu, y qué perfecto es.
Donde sea y como sea, mañana es importante para mí. Y vos, que no estás pero estás, que siempre pero nunca, vas a estar ahí... Justo en el momento en que te necesite conmigo (y no lo quiera admitir).
Mañana es un día importante para mí, por supuesto y cómo no. Ahora es de noche y ni bien quede dormida mi alma se exilia al deseo onírico perpetuo, sin embargo aún creo que puedo... Mañana. Y te escribo a vos porque sé que es la mejor manera de llegar a mí (¿Y desde cuándo eras la cortina de mis ventanas? ¿En qué momento fuiste mi reflejo en la turbulencia? ) algún día entenderé por qué, mientras tanto yo (te) escribo.
Mañana voy a caminar sola hasta la parada rehaciendo los relatos silenciosos en mi conciencia como típica costumbre de los delirios de novelista que me caracterizan. Pasando por una a una todas las casas del barrio por las que paso siempre camino al colectivo, las esquinas de toda la vida y los empedrados que cuentan historietas a los vecinos. Porque hasta los ladrillos se han convertido en el retrato de escenarios retrospectivos.
Y llegaré a la parada, a esperar, a buscar monedas, a recordar qué bien, qué lindo y que hoy es importante y que sí o porque no. Tomaré el colectivo, y viajaré sintiendo que cada vez falta menos para llegar a donde de voy y en cuánto me gusta el cotidiano traslado, esa suspensión y corrimiento, la lectura improvisada de Rayuela junto a la ventana, ese viajecito imperfecto (inmóvil pero circulando, léase Física de primer año, Cinemática y aquél exámen...)
Mañana es Mí Día Importante y no sé qué clase de día será para vos, que no acostumbrás a construir lógicas sobre el tiempo, porque la filosofía te adiestró a otro estilo de visión. Pero yo te escribo y recuerdo que en realidad este llamamiento es para mí ¿Qué te cuesta admitirlo, N? Estás feliz... Y de a momentos querés recortar esa utopía porque como centinela cuida tu alma de hoy epro no rescata la visión del ayer y amenaza al dolor y a la melancolía que quizás mañana te iban a hacer llorar lágrimas de sal (centinela que de retaguardia amenaza enfundando un facón y se enlista para el relevamiento de la mita al compás de algún carnaval persecuto)
No estás pero estás, No estás, pero no estás. Desaparecés (y a que no, a que seguís allí). Ya es indistinguible y muy art nouveau el pretender hacer arabescos con el despiole que sembraron tus rastrojos en mí. Bien que me encanta ese despiole y las diversas formas de concebir al amor ¿Amor? ¿Qué amor? Esa trampa para los despistados, el espectáculo circense (acaso espectro silente) del yugo occidental, la pieza de arte que descansa cual bitreaux en una catedral ortodoxa (panacea chauvinista).
Vos conquistando Libertad, yo abrazándola en todas su formas. Agotando la sed hasta subvertir el orden del espíritu, y qué perfecto es.
Donde sea y como sea, mañana es importante para mí. Y vos, que no estás pero estás, que siempre pero nunca, vas a estar ahí... Justo en el momento en que te necesite conmigo (y no lo quiera admitir).
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