Y qué hermoso es sentir
que el deseo se consuma
en la irreverente lucha
de los momentos,
de los instantes,
de los ojos desbocados
por adueñarse de cada parcela
del cuerpo del amante...
...del tiempo derritiéndose...
como en un cuadro de Dalí
consumiéndose,
como la mentira
y el romance,
acechándome
como tus besos.
y mil amantes
socavando hendiduras,
y muescas en la cama,
y que entre todo ese
bagaje clandestino,
ese trámite de sábanas
ese ir y venir compungido
cubierto de alaridos
y desafiantes susurros
que caen de los hombros
que se atan a la cintura
y se desperezan y disuelven
como sales en el mar
Que en los acantilados de su cuerpo
me erosione y desfigure
el choque de nuestro sentir,
que acaso es el mismo existir
el mismo ejercicio de propio sabotaje
que se extiende hasta desvestir
y recorre hasta el más ínfimo recoveco
de todo lo que quede de mí
(hasta mi misma)
Y qué hermoso es sentir
que el deseo se consume
y que le toma un sólo segundo
volver a nacer,
Queda un anhelo
durmiendo en calles sin asfalto,
cuando amanece y te vas
cuando amanece y me voy
mientras mi cuerpo recostado
cual sartén de alabastro
vuelve a engendrar amor
(malditas sean las horas de obsoleta soledad
y clamor)
Medianoche... ¿No vas a pasar jamás?
que el deseo se consuma
en la irreverente lucha
de los momentos,
de los instantes,
de los ojos desbocados
por adueñarse de cada parcela
del cuerpo del amante...
...del tiempo derritiéndose...
como en un cuadro de Dalí
consumiéndose,
como la mentira
y el romance,
acechándome
como tus besos.
y mil amantes
socavando hendiduras,
y muescas en la cama,
y que entre todo ese
bagaje clandestino,
ese trámite de sábanas
ese ir y venir compungido
cubierto de alaridos
y desafiantes susurros
que caen de los hombros
que se atan a la cintura
y se desperezan y disuelven
como sales en el mar
Que en los acantilados de su cuerpo
me erosione y desfigure
el choque de nuestro sentir,
que acaso es el mismo existir
el mismo ejercicio de propio sabotaje
que se extiende hasta desvestir
y recorre hasta el más ínfimo recoveco
de todo lo que quede de mí
(hasta mi misma)
Y qué hermoso es sentir
que el deseo se consume
y que le toma un sólo segundo
volver a nacer,
Queda un anhelo
durmiendo en calles sin asfalto,
cuando amanece y te vas
cuando amanece y me voy
mientras mi cuerpo recostado
cual sartén de alabastro
vuelve a engendrar amor
(malditas sean las horas de obsoleta soledad
y clamor)
Medianoche... ¿No vas a pasar jamás?