“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

miércoles, 23 de septiembre de 2009




Si pudiera me guardaría a Bariloche en un precioso relicario, o mejor en un bello camafeo… Para llevarlo a todos lados, para llevarlo conmigo a donde sea, prendido de mi cuello siempre, y que así me diera ese aire de cerro y ese perfume lago con sudestada que siempre encontré preciosos.

Me enamoré
de cada porción de terreno,
de cada extensión de Cielo,
y eso que apenas lo vi
(pero lo viví intenso).

¿No son acaso eso los recuerdos, las vivencias que marcan?

Camafeos circulares,

perfectos en su geometría,

que adornan los cuellos de manera invisible porque su esencia es sólo percibida

por la humedad del alma

y los adentros del corazón

(las partes más sensitivas a la realidad inmersa en ficción, que es la verdadera y la más bonita de sentir)

1 comentario:

Dragon Rojo dijo...

Es la primera vez que leo una analogia asi, los recuerdos como medallas que llevamos colgadas en el cuello; me resulta imposible no imaginar el sonido de las medallas chocando entre si cuando uno comieza a buscar algun recuerdo para enseñarlo con orgullo o verguenza a la persona que tenemos en frente.
Simplemente hermoso.

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