Como sumida en un intersticio de tiempo, de espacio, de vida, de muerte, N arroja su estado de idiocia y se transforma en un ser extático cuando la soledad la aqueja. Como en un propio mundo orbitando alrededor de éste. Desde allí N ve todo, o casi todo lo que cree que ver. N puede orbitar y discernir alrededor de ese espacio sideral y casi más cercano a su propia verdad. Como un volatín se desplaza alrededor de asteroides que la derrotan cada tanto, y a pesar de tener su luna, N sigue esperando su limbo.
N todo el día se sintió bien, todo el día se contuvo y se liberó, todo el día N fue N y mucho más que lo que no. Pero siempre esta hora del día y N se sentía vacía, como cuando el estómago se revuelve luego de vueltas y vueltas en una montaña rusa. Pero sobretodo, N sentía ese abismo, esa oquedad, más fuerte que lo fue fuerte nunca. Claro que por la mañana desaparecería… No podía hacerle mal.
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