Aléjense de una vez por todas,
guarden en sus conciencias lo que tengan qué decir,
porque, de todas maneras,
a nadie le importa escucharlo.
Se han desaparecido con restos de cordura,
se han ido lejos y han permanecido sentados..
Uno al lado del otro... lejísimos...
Sin casi decir palabra...
¿De qué sirve escrutar a la paciencia?
Ese juego maquiavélico,
ideal para quien posee las dotes de la crueldad.
Y de qué serviría aguantar más y más,
Y almidonar las capas de la conciencia,
que se sabe sucia y culpable,
que repasa recuerdos lamentables...
Aléjense de una vez y para siempre.
Está bien si duele, está bien entonces,
amar no significa estar absuelto
ni bajo las sombras del otro...
¿O tal vez sí?
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