Viento solano que golpea contra mis ventanas,
irrumpe la muerte como bostezos,
despiertan cenizas y huesos,
días interminables de minimalistas intentos,
la última palabra, el último de los lamentos,
la soledad hecha mujer y cubierta con un pedazo de vida
que se recuesta e invita al espectáculo del amor
a quien esté dispuesto a darle algo de calor,
blanco y negro, suave, terso... el sabor de su torso desnudo
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