“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

domingo, 7 de diciembre de 2008

Perdida

No se por que todas estas sensaciones.
Esta depresión, esta tristeza, este eterno duelo que habita mi alma. Es cruel y triste este propio castigo, no sé por qué ha llegado a mi tan vil destino, tan retorcido camino.
Estoy cambiando, y de pronto, siento que este cambio duele mucho.
Crecer no tiene que doler, sin embargo el dolor implica un cierto crecimiento en la persona que lo sufre porque para saber manejarlo uno debe ser fuerte y ser fuerte te permite madurar en más de un sentido.
Me falta esa fortaleza, me hace falta cierta tranquilidad en mí ser, en mi espíritu. Esa paz interior, no la tengo. Carezco de fortaleza, entonces también de madurez, entonces también de sentido común, y así…
Me faltan muchas cosas, y el camino es largo. Pero últimamente se me está siendo demasiado difícil de recorrer.
Quizás sea la falta de costumbre, o a lo mejor sea inseguridad. Que horrible la inseguridad, que horrible la desconfianza, no te dejan ser…
Gente, gente que pasa, gente que se queda, gente con la que convivo, gente que amo, gente que admiro…
Hay gente por todos lados, yo no sé quién soy entre ellos, temo no llegar a descubrirlo.
Y extraño mucho sentir esa felicidad, esa despreocupación. Ya no sé quién soy, ni sé qué hacer, no quiero lastimar a nadie, y menos a la persona que más amo en este mundo. No quiero acabar perdiendo lo único que me trae esa paz en todo este Universo, y si sigo así, lo voy a perder…

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