“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

jueves, 11 de diciembre de 2008

Verónica decide vivir

Encontré un lugar, un hermosísimo lugar. De esos que no podemos hallar en extravagantes viajes ni en rebsucados intentos ni en búsquedas destructivas. Uno de esos lugares que no todos hallan pero que todos tienen. Encontré un hogar. Otro hogar. En un par de ojos, en una mirada.

Ahora... ¿qué pasa si esos ojos se perdieron? ¿qué sucede si ya no están? Seré entonces un corazón sincero, pero que viaja siempre en búsqueda de un lugar donde vivir, un ave que quiere anidar, y siente siempre el nido vacío.

Eternidad... bellísima palabra ¿hay algo que en verdad sea eterno? Muchas cosas trascienden, pocas se conservan ¿es alguna eterna?

Cansada de vagar sin rumbo, mi barca se estanco en alguna costa. En la costa de los recuerdos. Y me han dicho que vararse allí es peligroso. Es peligroso revivir tan seguidamente lo pasado, porque en uno de esos viajes de ida y vuelta puede que te quedes más en una ida y ya no halles la vuelta. El retorno. Yo creo que el ser humano nunca retorna de la duda en la que se encerró su ser. Visión existencialista. Que me adore Kierkeegard.

Ahora entonces dejo de ser un ave y soy un pez... Porque más que buscar nidos, abandoné mi barca y me lancé a la marea. Pero resulta que en esa marea he hallado tiburones y también otras barcas pedidas. ¿puede ser que estas aguas que me envuelven también seas tú? ¿cómo es posible que te hallas ido y aún sigas conmigo? estas aguas saladas como las lágrimas que derramé por tí... Qué poético y estúpido es el llanto por amor.

Pero en ese caso vuelvo a trasnformarme, y soy, una vez más, una mujer amante, la mujer amante que siempre fui. Esa que te amó entre sábanas de todos colores y sonrió con gestos y miradas de todos colores también. Adoré ese día que, después de hacer el amor, me dijiste que te gustaba mi sonrisa rosa y mi mirada gris. Jamás voy a olvidar la noche en que, besándote en la cocina, absorbí tu perfume en mi piel y me enamoré de tu mirada oscura de claro matiz. Y cómo no entregar una mención especial a esa noche que salimos a bailar y bebimos demasiado. Porque ese día me pediste que nos omprometiéramos. Sí, muy poco serio, pero para mí fue memorable. Nunca nadie me propuso algo así. nunca nadie fue tan lejos. Aunque quizás sólo fueron las copas. Pero yo podría jurar que en tus ojos había algo de verdad... porque ese era mi hogar, mi hogar no miente. Perdón, no mentía.

Y ahora vuelvo a mi extraña y constante metamorfosis. Kafka me entiende. Me siento como borges cuando decía que todo aquello que reprodujera al ser humano era abominables: los espejos y el sexo. En este proceo de transmutación, cuyo método de alquimia es imposible de definir, me transformo en una niña. Basta de amantes, basta de aves y de mares. Soy una niña, una niña pequeñita, libre cuando corre, feliz cuando ríe. Qué bonita. Qué perfecta. Ella cree que el mundo es así de lindo, como el rostro de su mamá...

La niña corre hacia el acantilado, no sabe que está mal acercarse demasiado, ella corre y corre porque el paisaje es hermoso, porque el Cielo la llama, porque la curiosidad la vence. Mamá le grita que se detenga. Papá grita su nombre porque teme que caiga. Verónica es traviesa y no escucha, porque sabe que nada la puede deterner, porque se siente libre y feliz (cuando corre y cuando ríe)

Pero yo corro hoy hacia el acantilado y no siento lo mismo. Siento que sé que puedo caer, y me pregunto si no es en realidad lo que quiero. Temo por ellos, temo por tí, temo por mí, temo por el mundo.

He decidido vivir. Aunque nunca vuelva a encontrarte, he decidido seguir transformándome.

¿Por qué? nunca lo supe.

La muerte es más eterna que la vida. Por eso me atrae más.
Pero la vida se hace más propia que la muerte. Y si hay algo que detesto es que me expropien.
La vida es más trascendente que la muerte, pero la muerte es más eterna, y los humanos somos poco conservadores.

Quiero que el retrato de mi vida, sea este acantilado. Ese día que casi me resbalo de pequeña fue el día que desperté de la ilusión. Decidí vivir.

1 comentario:

Efita dijo...

Decime que yo te hice acordar a Veronica y me muero...
Me gusto... Es lo primero que leo tuyo... Ahora me voy a poner a leer todo...
Gracias por lo que me escribiste, me gusto mucho...
Si queres, pods leer todo lo que hay en mi blog... Mas que nada, son relatos cortos...
Un beso!

Efi :)

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