“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

lunes, 10 de agosto de 2009

" Bajó del colectivo y se tropezó con el mismo pensamiento, que de pronto asaltó su intelecto como desafiando el misterio del tiempo perdido. ¿La encontraría hoy? Tal vez sí, tal vez no ¿Por qué desatar un temporal en una mañana tranquila? No debía sucumbir tan fácil a un deseo extraviado que de alguna forma lo encontró como víctima. Una víctima casi corroída por el deseo de serlo. Y todo por esa cercana transeúnte que caminaba por la plaza casi siempre puntual (a las ocho de la mañana, cruzando la esquina en la que estaba la Biblioteca Nacional) y casi siempre despeinada por el viento de la mañana, que no pide permiso y se arrima con el descaro de no distinguir entre clases. Ni el viento ni el cielo distinguen entre clases. Tal vez porque para el viento y para el cielo árboles y hombres son lo mismo.

Caminó un par de cuadras y llegó a la plaza, el sol pegaba de lleno en la copa de los árboles que desteñían el color por la llegada del otoño, se desteñían como anilina vencida en depósitos de agua destilada. Y esperaba a visualizar el vestido verde de la semana pasada, verde como el musgo que se aferra al húmedo descaro.

Esperó, aunque en movimiento, a que se le apareciera delante. Esperó, casi imaginando que caminaba, como para no encontrarse con un gesto de locura (no sea el caso que fuera un iluso, no fuera el caso que todos lo somos) Y allí pasó, con gesto despreocupado y caminando velozmente (como si el viento la persiguiera para apresarla entre amplios brazos y tirarle los cabellos rebeldes) caminó detrás de ella y observó cómo vestía.

Vestía el mismo vestido que ayer, pero otros zapatos que enlazaban sus pies, que se movían siempre ágiles y repentinos. Mirándola así, teniéndola así, lejos y cerca a la vez, sintió que esperar tenía cierto sentido. Más no significaba demasiado, y lo mantuvo ese juego como el eucarístico pecado que regaló a su diversión silente… "


(Fragmentos)




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