“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

viernes, 24 de julio de 2009

Contornos

Hay personas de contornos definidos. Colores oscuros o claros. Fácilmente son conceptualizadas, porque ya con tres palabras se dibujan sus contornos, no hay demasiado que entender...
Hay otras personas que no, que al contrario de las anteriores. Personas de parsimoniosos contornos, de colores caleidoscópicos, que parecen muy difíciles de describir en pocas palabras y sin eufemismos. Personas que parecen más bien personajes, que son tan reales que parecen de ficción.
Pero en el mundo hay lugar para todos los contornos, hay lugar para todos. Incluso para mí. Incluso para vos.
Es más probable que las personas de contornos difusos sientan que no pertenencen a este lugar... Y es que quizás no lo hagan, y en una suerte de viaje interestelar hallan llegado aquí... Y a falta de boletos de vuelta queden varados sin más. Pero los contornos se adpatan, y se puede ser feliz. Pero sí, aunque no.
Entre contornos y colores mezclados se crean escenarios diversos... Y de entre todos ellos, surge una historia, un día, una sensación, un momento. Es algo digno de ver, pero no lo vemos todo el tiempo...
A quién se le habría ocurrido entrlazar en este extraño diorama tantos hilos e hilachas en tal danza o contubernio.
Y llega un punto en que uno se pregunta qué sentido tiene dibujar mentiras con una tiza, lanzándo bombas de agua en el aire... Desentonando con el silencio...
Con el cabello enmarañado, y el perfume a distorsión, Alicia manchaba su almohada blanca favorita con el lápiz labial corrido. Una fiesta la había abandonado con su vestido gris desabotonado y el delineador salpicado. Qué glam...
Pero a Juan le encantaba mirarla... Se veía aún más hermosa así. Mejor así que verla sujetando unas margaritas y riéndose de los sinsentidos de los demás... Ya había bastante de esas, no se necesitaban más... La había observado durante toda la noche, pero ya era de mañana, pero ya se tenía que ir. Antes de levantarse la miró un segundo más y se inclinó para correrle el mechón de la cara que no le dejaba ver su lunar, el lunar del pómulo izquierdo. Qué bonita era Alicia cuando no decía pavadas todo el tiempo. Qué lindos sus contornos, era tan alta...
Le dejó una nota en la mesita de luz... "nos vemos el próximo sábado, como siempre. Juan"
Abandonó el departamento y bajó las escaleras con saltos pesados. Otro Domingo soleado para pasar solo y descansando. Tratando de figurarse qué hacía solo en la capital, y qué había venido a buscar, ahora que finalmente estaba por su cuenta.
Juan era una persona de contornos difusos.
Juan no sabía cuál era su tarea en la vida.
Mientras esperaba el colectivo observó el cielo. Celeste y algo nuboso. Casi un espejo.
Y se rió... Le dio gracia verse esperando un colectivo en una ciudad desierta lejos de su ciudad natal. Pero le agradó la rebeldía y le agradó la soledad, más de lo que debería quizás... Aunque a veces doliera. Pero para eso estaba Alicia, todos los sábados y a veces un día más...
Se chocó con varias personas al subir al colectivo. Personas con tantos contornos como expresiones. Pensó, algo petulante, que entre todas ellas ninguna se parecía a él. Pensó, hasta pensó que quizás, merecía más espacio que los demás. Después de todo allí no se podía respirar... Se respiraba el aire del otro, se respiraba la incógnita de todos y de cada uno. De pronto se sintió invadido, y esto le volvió a dar gracia... ¿Quién puede sentirse invadido en un colectivo?
- Todos, en realidad... Si lo pensás es algo hasta íntimo. Viajamos todos apretados, todos somos de diversos lados y todos a caminos distintos, compartiendo el mismo aire y asimilando miradas... Dueles si lo pensás así ¿No?
- Sí, puede ser... No se supone que alguien diría eso...
- Eso porque creés que sos el único, y nosotros somos iguales, Juan.
Juan se sentó junto al anciano de traje. Y lo saludó efusivamente. Conversaron largo rato hasta que tuvo que abandonar el viaje. Le prometió llamarlo pronto y enviar saludos a la familia.
Caminó y caminó... No estaba seguro de estar llendo a algún lugar.
Pensó que la próxima vez no tomaría un colectivo, preferiría un remis. O sino caminar. Caminar lejos de todos... hasta de Alicia, hasta de sí mismo, hasta del viejo que se le aparecía siempre y le mandaba saludos a su hermana y a su sobrino...
Porque hay personas cuyos contornos ni siquiera son contornos. Son caminos. Esas son las más difíciles de entender. Su existencia no es precisa, pero es tan bella...

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