“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

jueves, 30 de julio de 2009

Tanto por ver

Hay un mundo único y lleno de recovecos en cada uno de los que pasan hoy por la vereda. Hay universos, constelaciones grandes y completas, en todos ellos que viajan apretados en el colectivo. Hay un sinfín de laberintos, hay acertijos, también respuestas. Hay gritos, plegarias, llamadas, sórdidas voces y avisos. No somos tan desconocidos, probablemente, tengamos mucho más en común de lo que en realidad creemos. Pero pocos asumen el compromiso de entenderlo y transmitirlo. Por eso las ciudades nos hacen sentir tan solos, mas desérticos que los agrestes campos.
¿Cómo han dejado de advertir todos los tipos de miradas que salen de los balcones o que pasan por la calle? Si se fijan bien, hay sueños, hay esperanzas, hay niños y verdades en todas ellas. Somos, los seres humanos, espejos. Pero ahora nos cuesta mas reconocernos, porque nos hemos oscurecido. Nos obligamos a las sombras y nos debemos a lo oscuro. Alguna vez decidimos apagar la luz de nuestra conciencia, pero ya sería hora de prenderla.
Gente que pasa, y ni me ve, por la vereda.
Allí va una joven de la mano de un pequeño, tiene ojos marrones y lucen parecidos ¿Serán hermanos? ¿O será una madre adolescente? En cualquiera de los casos hay algo de poético en esas manitos que se entrelazan, con algo de nostalgia en las miradas perdidas.
Y esa señora, que camina apurada y algo torpe. Va muy coqueta acomodándose el peinado. Debe estar yendo a visitar a alguien, a juzgar por sus gestos luce preocupada: debe estar llegando tarde.
Y si hacen mucho silencio, quizás escuchen los pensamientos de los demás, porque no solo existen los nuestros, sino que hay muchos esperando por ser oídos. Hay que callarse, hay que hacer un esfuerzo, desviar la atención de lo vano. Ahí esta… ¿Escuchan? Son otros latidos, son otras ideas, son los demás: somos todos.
La verdadera conciencia del mundo, la conciencia colectiva, quizás este dormida, pero podemos despertarla. Solo basta con sentir.
La gente siempre sigue pasando…
Y en algún momento, alguien en otro lugar estará mirando a quienes pasan por su vereda, y me verán a mi, y a todos…

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