“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

viernes, 17 de julio de 2009

Sortilegio

¿A dónde se fueron las palabras?

Se escaparon derrochando sentido, destilando recuerdos, estrechando pedazos de nosotros mismos.

Pero... ¿A dónde están?

Se escondieron detrás de esquinas por las que todavía no doblamos, esquivando y desdibujando recuerdos, elevando y bajando decibeles, trastornando a quien las oye, a quien les huye, a quien las busca, a quien responde...

¿A dónde se fueron las palabras cuando las necesitas para tomar una decisión... y no salen?

Se fueron porque no se necesitan realmente, porque en realidad a veces el silencio funciona mejor... A veces un beso dice más... A veces una mirada ya había descubierto lo que aún no pudiste nombrar. No seamos cobardes, están ahí delante nuestro... Esperando a ser anunciadas.

Las palabras son demasiadas, escogerlas nos toma un segundo, darles sentido depende del otro. No está en quién las dice sino en quién las oye. No pretender olvidar, no pretender desmentir. Animarse a oírlas, animarse a decirlas... A gritarlas... Y sobre todo: a vivirlas.

Y cuando lo haces... Entonces se te corta la voz... Y sentis que tu garganta está rota, que alguien cortó tus cuerdas vocales, que ya no emanan sonido... Que no tenía sentido, que por qué las dijiste...

Y te quedas encerrado en una imágen barroca y melodramática de vos mismo... Que tiene de todo menos realidad... Que tiene de todo menos sentido... Pero hay tanta nostalgia en esa tierna imágen gris de vos mismo que te da cierta idea de qué clase de film es el que te gustaría ver esta noche... En compañía de nadie más que de vos mismo...

Y buscas las respuestas en claves de eufemismos, y nada hay allí, nada más que vacío... El mismo del que pretendes huír... Buscas refinar tonadas, entornar los ojos y lucir seguro... Sales y miras al Cielo como preguntándole por tu destino y encuentras sencillo y maravilloso el hecho de que esté tan nublado... Porque llueve en tu alma y alguna vez llovió en tus mejillas, mucho más que hoy...

Entonces buscas a alguien más... Alguien que, cual enigma sin resolver, acuda a vos y te diga por qué y cuando y cómo... Porque vos no pudiste... Porque fracasaste una vez más en trepar ese camino empinado que aún no conduce a ningún lado... Sólo a una idea, sólo a una doctrina ¿Es la tuya? ¿Es la mía? ¿Es el sentimiento que espera?

Entonces todo vuelve a empezar... Esa suerte de sortilegio que parece nunca acabar...

Las palabras estaban allí, justo donde no buscaste, justo donde no miraste, donde se te olvidó mentir...

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