“Niña, adolescente, los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.”

jueves, 30 de julio de 2009

Fabricio ayer hoy y siempre

Fabricio y un pretérito en presente.

El era diferente. Diferente a todos los demás.
Era único para mí. No lo conocía y me resultaba conocido de siempre.
Tenía dieciocho años y una gran habilidad para el dibujo. Tenía una personalidad solitaria, sin embargo solía estar acompañado. Acompañado por ella, su novia, se llamaba Marcela.
Yo lo veía en cada recreo y cuando podía lo observaba, siempre de lejos. Era muy posible que si su novia me descubría yo tendría problemas. Pero él también me miraba a veces, tal vez le daba gracia mi cara de nena tonta. Un solitario se reconoce en otro, como en un espejo, como en espacios lacustres. Sus ojos eran ríos, los míos tormentas. Claramente, nos íbamos a mirar.
Como ya lo dije, tenía dieciocho años. Pero su mirar reflejaba más edad, su expresión, madurez. Esas personas que no vivieron mucho pero tienen almas viejas… antiguas, grises… como los vampiros.
Yo siempre tuve un rostro como de más pequeña, algunas torpes expresiones, fácilmente se notaba. Aún así él me retrataba. Estaba segurísima, el me retrataba en su mente.
Él me miraba, de lejos, pretendía así acercarse. Era algo que me encantaba notar, así también me encantaba pensar que no podía desviar sus ojos de mí. Quizás no era exageración, era cierto. Pero aquí deja el tiempo sus calambres, sus dudas... Su paso indiscutible y los enigmas como sombra.
Me encantaba, y me encantaba aún más por el hecho de que me era tan distante y cercano a la vez.
Sin embargo habían dos grandes obstáculos: uno se llamaba Marcela, otro Personalidad. Esas dos cosas no permitirían acercarme a él, naturalmente y primeramente porque tenía novia, y aunque no la tuviera, mi personalidad no permitiría acceder fácilmente a él, salvo que el se me acercara. Sería fantástico que el se me acercara. Sería genial que diera el primer paso, el que se sabe más difícil.
Me encanta el pasado, me encanta la narración en pretérito. Me fascina todo eso que se impregna en los años, esos aires de sabiduría, de nostalgia, de lo gris. Aunque esté pasando, aunque sea hoy por hoy la historia, quiero hacerla pasado… Quiero hacerla recuerdo.
Es que la nostalgia y la melancolía son sentimientos tan fértiles. No digo la tristeza, ni el miedo, ni la depresión. No, yo hablo de Nostalgia, de Melancolía. Que son sentimientos más fértiles, más propicios. Que son enormes huertas para todo lo demás… Los poetas enamorados de un imposible, los enamorados escribiendo poemas por el desamor, Baudelaire y su prosa maldita.
Y todo eso me recuerda más a él…
Me pregunto qué persona será Fabricio. No qué tipo, porque no existen maneras de Ser, sólo Seres. No qué tipo de Persona, yo quiero saber qué persona es. Si es como yo, si es alguien que está junto a mí, si está lejos o cerca. ¿Dónde estás? No te volví a ver…

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